lunes, 9 de diciembre de 2013

EL FONDO DEL TINTERO

EL NACIONAL - Domingo 08 de Diciembre de 2013     Papel Literario/5
El capítulo inédito de Abaddón el exterminador de Sábato
LUPE RUMAZO / AFP

Sobre la fealdad de Sartre", capítulo inédito de Abaddón el exterminador de Sabato, pieza única en la hemerografía literaria americana, más que una primera versión de alguno o algunos de los otros textos del libro, es un camino nuevo que se bifurca y que si bien trata ciertos de los temas fundamentales de la novela ofrece sus propios aportes sustantivos.
Hay así una acentuación en el papel del intelectual visto desde la figura controvertida de Sartre; de la impasibilidad del escritor frente a la crueldad de la vida que de todas maneras liquida y mata, aun al niño ­tema ya develado por Dostoievski y asumido con rechazo total por Sartre en La náusea­; de la incomprensión del neófito o del a medias enterado de lo que significa ser un intelectual; de la culpabilidad intrínseca del propio literato. Es por esto que nombra al escritor mártir y testigo de su tiempo.
Nueva teodicea Desde esta nueva captación del autor, que parte de algunos conceptos del existencialismo, arriba Sabato a la forja de una teodicea, propia del tiempo actual. Nace ya no directamente del libro sino del cine, que es ahora inagotable alimento del joven, más que la literatura o el saber mismo. La cinematografía convulsa, atropellada, violenta y que se nutre de un acervo mutante, vario, que va del neorrealismo italiano, al siempre reiterado cine francés y, finalmente, al sueco colma el paroxismo de la juventud. De esa visión se pasa al absurdo inventario de la polis, ejemplarizada en Buenos Aires y su guía telefónica, con personas provenientes de todas partes: judíos, polacos, alemanes, rusos, con apellidos alterados como si se hubiera producido un cóctel humano. Todo esto para mostrar una suerte de teodicea a la que daría el nombre de Losuar, exactamente como la sala cinematográfica de ese nombre.
Esa teodicea que habla directamente de Dios y de la trinidad ­los tres cines: Losuar, Lorraine y Loire­ y del mundo ­"una sinfonía en la que Él toca de oído"­ y que es el resultado de un molestoso, se amplía en su concepción al incluir al universo. Más aun éste no puede ser sino "una joda sideral", voluminosa como el Diario Clarín y de la cual a este planeta le ha tocado una sección, seguramente la más "mersa", o sea la más vulgar de todas.

El Mal Es así indudable que en las páginas inéditas se desarrollan puntos originales, álgidos, tremendos: tal la obsesión de Dios y el mundo, esta vez vistos al trasluz de la cinematografía, y el ser humano desdoblado en sus conflictos traumáticos, pasionales, como advierte el cineasta y Dios también indirectamente procreador de esas realidades. Se presenta así una acentuación del Mal desde la divinidad, esta vez carnal así sólo se la insinúe ­es el ser que contempla y tolera todo­ y en cambio sí se la comente ampliamente en torno a la naturaleza humana. La creación es vista, por otra parte, a través de los nombres, es decir, como una polución que vive esta trágica realidad. La fealdad de Sartre sería la fealdad de la vida y quizás algo peor: la fealdad de Dios.
¿Cómo lo recibo? Así, de esa manera fragmentaria, encapsulada en la enumeración, hice un resumen del capítulo inédito "Sobre la fealdad de Sartre" que Sabato me regaló en la visita que le hiciera a su residencia en Santos Lugares en 1975, casi un año después de la ausencia de mi madre Inés Cobo de Rumazo. Describo esa escena en mi novela, tan agónica, Carta larga sin final. Mi peregrinación de entonces, pues ese sentido tuvo de encontrar alguna respuesta a tanto dolor, halló en efecto no sólo la consolidación de una amistad sino la recepción, de mi parte, de un capítulo invalorable que haría fijaciones justamente en la temática de la muerte, del Mal.
Fue un regalo excepcional y para perdurar, en el que puso una dedicatoria aun más especial.
Escribió así: "A Lupe Rumazo, la primera versión de un capítulo de ABADDON. Con todo afecto y admiración. Ernesto Sabato. S Lugares, agosto de 1975".
¿Qué significa? Ante un capítulo de naturaleza única, comparable a Mobile, de Michel Butor, en su desarrollo de múltiples aperturas, en su ausencia de planteamiento, es fundamental pensar, ya en términos estrictamente literarios, ¿qué significa "Sobre la fealdad de Sartre"? Esa maqueta inacabada del capítulo de Sabato, esa combinatoria sin término o por lo menos parcialmente utilizada, ese pensamiento que insiste y desiste en sus afirmaciones ­tal la reunión de Sabato en casa de la Beba, microcosmos de una realidad vital e intelectual­; esa continuidad destruida, pues Sabato opta por irse de ese núcleo que lo interroga y acosa, se corresponderían no sólo con la esencia de lo que significa un proyecto o un borrador de libro, sino que constituirían material importante para la crítica actual.
Conscientes de que en la literatura contemporánea, bien en el tratamiento, bien en la creación misma, se ha eliminado en buena parte el concepto de "desarrollo" ­tan definitorio en el "buen" relato de la retórica antigua­ o concebido este como una variación apenas sucesiva y otorgándole al capítulo inédito esa muy nueva condición de fragmentarismo y más que eso de productividad de lo que más tarde aparecerá en el libro Abbadón, queda sustentada la percepción de que estamos, lo haya querido o no Sabato, ante un texto, como lo definen Ducrot y Todorov, o sea ante un "poder generador".
Es lo que encuentro en "Sobre la fealdad de Sartre": un motor que se irradia y luego ya plenamente estructurado se pone a hablar en el volumen; una percepción vibrante que no siempre es aceptada en integralidad por el propio Sabato y que no obstante ha permitido la creación posterior. Y es que todo procede de un núcleo ­en este caso del familiar o del amistoso­, suerte de mónada, que en cierto sentido "representa al universo entero", el de Sabato, puesto que en ella están Sartre, su obra y sus posturas; el ser del escritor y del intelectual; el Premio Nobel y sus interioridades; los personajes de Abaddón y de Sobre héroes y tumbas, que aun se rebelan contra el autor como en Niebla, de Unamuno; los escritores y sus obras; el mundo de la radio y de la prensa; el cosmos de la Iglesia Católica; las doctrinas; la angustia y el psicoanálisis; las nacionalidades; y sobre todo la nueva teodicea.
La civilización del espectáculo Ya en 1994 Fernando Arrabal ­mucho antes de que Vargas Llosa con su advertencia de la civilización del espectáculo se hiciera presente, pero veinte años después de lo que Sabato para sí mismo escribiera­ se refiere a "La sociedad del espectáculo, pues todo lo sentido o vivido se aleja de nosotros con su representación (...) El espectáculo del infierno moderno descubre la relación social entre los seres mediatizados por las imágenes que nos rodean (...) El infierno se ha vuelto moderno... es decir ¡modesto! Hemos alcanzado una igualdad de desgracia blanda en la cual se integra lo espectacular".
En suma que en los tres videntes ­Sabato, Arrabal, Vargas Llosa­ hay una misma captación y en "Sobre la fealdad de Sartre" un entrecruce fílmico de planos de toda índole: de lo cotidiano, de lo muy subterráneo, de lo sobrenatural; un tránsito por esa imbricación que se ofrece como caos pero que de todas maneras algo genera: un observatorio del Mal elevado a la potencia de lo creador y de lo divino.
Es por esto que pienso que la gran inquisición de Sabato es fundamentalmente lo moral. Y dentro de lo moral, indudablemente el Mal, con mayúscula y con nombre propio: Abaddón el exterminador y "Sobre la fealdad de Sartre". Antes ya lo había tratado en El túnel y en Sobre héroes y tumbas. Y siempre dentro del territorio de lo desconocido, del misterio y del tiempo.
Y es que aquí en "Sobre la fealdad de Sartre" es indudable que existe una memoria de una época ­cómo se la vive, cómo se la entiende­; de una cultura ­la visual y la literaria­; de una historia ­la que se detiene en la tradición y la que ocupa alocadamente una modernidad­; de las identidades que o bien se colectivizan, se diluyen o bien tratan de persistir con profundidad ­las de Sartre y Sabato­; de las creencias, se las tenga o no y a las que he transcrito no literalmente sino como pide Todorov ejemplarmente. No como "buena lección" o aprovechable discurso, sino como posibilidad interpretativa: "fundar la crítica de los usos de la memoria" ya no en una lectura literal, sino en una ejemplar, o sea justa, como pide el filósofo; y en ese sentido, siguiendo la pauta por él establecida, establecer yo una continuidad o circularidad de El túnel, a Sobre héroes y tumbas, luego a Abaddón el exterminador y, finalmente, a "Sobre la fealdad de Sartre". Y de la vinculación de Sabato con esos textos, lo quiera o no; con todos ellos, sin dejar ninguno; del ser suyo, en uno y otros, siempre admirablemente presente, así haya querido a uno de ellos olvidar. Y es que en todo caso, en acorde final de majestuosa sinfonía, "si su vida sucumbió ante la muerte, la memoria ha salido victoriosa en su combate contra la nada".

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