sábado, 2 de marzo de 2013

RIQUEZA DE UN MITO

Pobreza Saudí
Luis Barragán


La sobreabundancia de ingresos petroleros y su discrecional asignación, el endeudamiento masivo y la estatización de las actividades productivas, generadoras de una inevitable corrupción,  dibujan algunas de las características del país en la década de los setenta que, ahora, repetimos y agravamos en la centuria posterior.  Apuntamos diferencias importantes, pues, aunque comenzaba a aclimatarse el – por entonces - novedoso fenómeno bipartidista, luego tan estereotipado,  en el XX hubo la aceptación y reconocimiento de la propia lucha por preservar las libertades públicas,  la firmeza - al principio incomprendida - del principal partido de oposición, un mayor y convincente control parlamentario, como  la  alternabilidad en el poder de la que no sabemos en el siglo XXI. Y, si bien es cierto que, allá, hubo una habilitación legislativa presidencial, acá ha sido amplia y abusiva, recurrente y generosa, reprimido y postergado – valga la otra distinción – todo costo político.

De acuerdo a cifras irrebatibles,  denunciadas por el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad, en los últimos catorce años los ingresos petroleros acumulados por el gobierno nacional, arribaron a un billón 277 millones de dólares, superando lo acumulado entre 1958 y 1998.  Entre 1999 y 2012, la deuda pública pasó de $ 31.484 millones a $ 216.053 millones, transitando la externa de $ 23.443 millones a $ 114.78 millones, y la interna de $ 4.041 millones a $ 61.166 millones, como refirió Ramón Guillermo Aveledo el día 23 de enero del presente año.

El Presupuesto de 2013 alcanza a Bs. F 396.406 millones, aunque – como observara con tino,  Vestalia Sampedro – el llamado Sistema Integrado de Asignación de Recursos suplanta el Régimen Fiscal, concretándose la absorción directa de recursos por una serie paralela de fondos que no permite que ingresen al Tesoro Nacional, además de subestimar el precio promedio anual de realización de la cesta petrolera. Un elevado porcentaje del Presupuesto descansa en la recaudaci ón de los impuestos (ISLR-IVA), significando que la riqueza petrolera es del gobierno nacional, más que del Estado, mientras que adicional y deficitariamente la ciudadanía ha de sostenerlo, golpeado tan contundentemente el aparato productivo.

A pesar de las piruetas estadísticas oficiales, la inflación es una de las más altas del mundo, el desabastecimiento consuetudinario de productos no tiene precedentes históricos,  el desempleo está tan enmascarado como la construcción de viviendas, por no mencionar el bloqueo y la complicidad de toda investigación sobre la comercialización estatal de alimentos y equipos del hogar.  Fuentes periodísticas revelan una fuga de capitales por el orden de $ 114,9 mil millones en la última década, a pesar del control de cambio.

El ministro Giordani, a través de los títulos que ha tenido a bien publicarle Vadell-Hermanos, por estos años, siendo más explícitas sus intenciones en comparación con los informes oficiales,   ha ratificado una y otra vez el propósito de superar el rentismo petrolero y la cultura que acarrea, aunque – valga acotar -  el facilismo y la improductividad es muy anterior a los históricos reventones de los pozos Zumaque I y Barroso II, por no remontarnos a las consecuencias del poderoso mito de El Dorado y la versión tan espléndida  que  Humboldt nos legó.  E, incluso, la mentalidad rentística estuvo vinculada a la riqueza ilimitada de la tierra, como lo aprecia y reitera Manuel Caballero en su “Gómez,  el tirano liberal” (1993: 187 ss.)  e “Historia de los venezolanos en el siglo XX” (2010: 85 ss.), al que añadimos un estupendo artículo de Augusto Márquez Cañizalez, a propósito de un informe ordenado por el otrora ministerio de Agricultura y Cría (“Perspectivas: El mito de nuestra riqueza”; El Nacional, Caracas, 04/09/52).

El referido propósito es loable, pero – so pretexto de alcanzarlo – sospechamos de una deliberada etapa de empobrecimiento que se convierte, por una parte, en la interesada debilidad política de todos los sectores sociales, y por otra, trastoca la cultura rentística en una franca e insólita cultura de la supervivencia, mientras que el gobierno nacional – más allá del Estado -  capta exclusivamente los ingresos petroleros, asignando autoritaria y convenientemente los recursos.  Y lo peor es que, sobrevenida una crisis estructural inherente al socialismo de repetición que tenemos, a pesar de las evidencias históricas del fracasado modelo, sin que quepa la ya enfermiza excusa de un capitalismo liberal que tampoco alcanzamos, esta  etapa de la Venezuela Saudita no podrá responder suficientemente: sólo en teoría, esa serie paralela de fondos repletos, evitará acudir al FMI de todos nuestros tormentos.

http://www.noticierodigital.com/2013/03/la-deliberada-pobreza-saudi/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?p=14385523#14385523

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