domingo, 2 de septiembre de 2012

DOBLECES

NOTITARDE, Valencia, 2 de Septiembre de 2012
El amor y la impureza (mc. 7,1-8.14-15.21-23)
Joel Núñez Flautes

El texto del evangelio que leemos hoy, nos presenta a los fariseos y algunos maestros de la ley (Estudiosos de la Torá judía= Antiguo Testamento), venidos de Jerusalén, porque Jesús estaba predicando en Galilea y lo confrontan, le preguntan la razón por la cual sus discípulos comen sin lavarse las manos antes de comer y aquí hay que recordar que a lo que están haciendo referencia los jefes religiosos es a las abluciones o purificaciones rituales que ellos hacían durante el día para sentirse purificados, para declarar que no se contaminaban con las cosas paganas, con las cosas externas que tocaban, con algunos alimentos, por ir algunos sitios o por el contacto con algunas personas. Estas purificaciones consistían no sólo en lavarse como lo hacemos nosotros por higiene antes de comer, se lavaban hasta los codos, los brazos y se iban haciendo algunas oraciones y ellos pensaban que por el simple hecho de hacer aquello estaban purificados y se sentían con la moral de condenar como impuros a los que no vivieran como ellos o no hicieran lo que ellos hacían; es esta actitud la que los mueve a enfrentar a Jesús, aparte de manifestarle en su cara que trasgredía la ley judía o distorsionaba su sentido o enseñaba otras cosas que eran contrarias a las tradiciones farisaicas o de los maestros judíos. Ante tal actitud Jesús responde de una manera contundente y conociendo la vida y el corazón de aquellos hombres, porque Dios sabe mirar lo profundo del corazón del ser humano, les llama hipócritas por quedarse sólo en rituales, en tradiciones y cosas impuestas por los hombres, manipulando la Palabra de Dios y olvidando los mandamientos de Dios, sobre todo el mandamiento principal del amor. Porque quien ama y dice creer en Cristo y amar a Cristo no desprecia a nadie, no condena, no clasifica entre puros e impuros, porque delante de Dios todos somos pecadores y es a Dios a quien le toca juzgar y decir que es impuro o lo que hace impuro al hombre.
Jesús, aparte de llamar hipócritas a los fariseos y maestros de la ley, por su incoherencia de vida, por olvidar y no practicar el amor que es la norma de vida y donde se resume la ley de Dios (esto le puede suceder a muchos cristianos hoy), les responde que lo que hace impuro al hombre no son las cosas externas, el lavarse o no lavarse ritualmente, el comer o no comer tal alimento (porque también los fariseos no comían carne de cerdo por considerar que era un animal impuro), por hablar o entrar en contacto con “una persona pecadora” (impura), lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su corazón; es decir, lo que lleva dentro de sí y planifica en su mente o lo que hace a partir de eso que piensa y siente y Jesús clasifica muy bien ese tipo de impurezas que si manchan al ser humano y son peores que no cumplir con un ritual, ya que aparte de ir en contra de la misma persona que las comete, afectan a otro ser humano que puede ser “víctima” de eso que una persona planifica o lleva dentro de su corazón, un propósito desviado y, por supuesto, ofende a Dios, ya que Dios es amor y un hijo de Dios necesita y debe vivir en el amor y el amor auténtico o lo que por experiencia humana conocemos por amor es todo lo bueno y noble que podemos brindar a otra persona, a nosotros mismos y a Dios mismo.
Lo que hace impuro al hombre, dice Jesús, son los malos pensamientos (de todo tipo), la inmoralidad sexual (hoy vivimos en una cultura hedonista que ha desvirtuado el sentido de la sexualidad y genitalidad humana, quitándole su dimensión “sacra”, al punto de banalizarla), los robos (hoy en día la corrupción se ha hecho “norma” de conducta para muchos, sin importar el daño que se hace a muchas personas y la delincuencia no mide las consecuencias por apropiarse de lo que es del otro), los asesinatos (las estadísticas de muertes diarias por la violencia e inseguridad son algo escandaloso), los adulterios (la infidelidad anda de moda, no se respeta el valor del hogar y la pareja), la codicia ( el tener para muchos es norma de vida por encima del ser o del amar), las maldades (de todo tipo, la trampa), el engaño (las mentiras son normales para muchas personas), los vicios (drogas, alcohol, son fuentes de violencia en muchos hogares), la envidia (impulsa a muchas personas a hacer daño a otros), los chismes (el quitar la fama a alguien es común para muchos), el orgullo (personas que no son capaces de perdonar), la falta de juicio (el no medir las consecuencias de los actos). Estas cosas si manchan al hombre y desdicen del amor verdadero y puro.
IDA Y RETORNO: Desde el 5 al 9 de septiembre se realizará en Valencia el IV Congreso Nacional Misionero para revisar la marcha de la Misión Continental en Venezuela, cómo se está llevando el mensaje de Cristo en todas las parroquias del país. En varias parroquias de nuestra Arquidiócesis se recibirán a muchos hermanos de distintas partes del país, el Seminario recibirá a 60 sacerdotes de otras diócesis. Dios bendiga a nuestra Iglesia Católica y bendiga a nuestra patria con la Luz del evangelio.

Fotografía: César López, AK47

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