En su homilía de hoy, el Padre
José Joaquín Albístur (SJ), comentó que los fariseos oyen, sin oír; ven, sin
ver. No oyen ni escuchan con su corazón.
Los médicos y curanderos de la
época acostumbraban a tocar, poner aceite a las personas. Jesús toca, pero la
Palabra es el más poderoso signo que empleó para suscitar la reflexión que es
la necesaria de hoy, más allá de lo bonito, chévere y portentoso que nos luzca
la curación que hace.
Nos preguntamos con Antonio
Gracia (hijita dominical de hoy), ¿escuchas a Jesús en tu vida?, ¿es importante
para nosotros su Palabra? Apunte a nuestra capacidad de oír y de
sensibilizarnos, e – incluso – sentir los dolores y sufrimiento del otro.
Nos acostumbramos a las noticias
trágicas, como los centenares de muertos en la morgue, pero no sólo la noticia
desaparece pronto, sino que el Miss Mundo es más interesante. Debemos cambiar
de actitud, acercarnos a las personas y a los acontecimientos: denunciar,
porque somos cristianos y el problema de los demás es también propio.
1Is 35, 4-7
Salmo 145
Stgo 2, 1-5
Fotografía: LB, pieza de Rafael Barrios, Las Mercedes (Caracas, 2011)
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