domingo, 11 de marzo de 2012

EL GRAN INFORMALIZADOR


El presidente como industria
Luis Barragán


Patrono de la economía informal, las vicisitudes de Chávez Frías dan ocasión a llevar desesperadamente el pan a la casa. Puede hablarse de dos niveles de aparente espontaneidad donde constatamos una serie de actividades que resultan rentables, sumados al más sobrio que tiene relación directa con el presupuesto público.

Los fabricantes de afiches, pendones, gorras, credenciales, bisuterías y demás prendas alusivas, orientados todos al culto de la personalidad presidencial, pueblan cualquier movilización masiva del oficialismo con una oferta que es la del gesto desesperado del desempleado que la aplaude. Desindustrializado el país, no hay otra que pueda competirles a aquellos que ordenan las gigantescas ediciones de afiches, incluyendo a empresarios privados y quizá la imprenta del Estado, para el – estructural – fortalecimiento de la economía de supervivencia: por ello, es desigual la manufacturación de pequeños muñecos del ocupante de Miraflores, útiles para los altares del sincretismo, frente a los pasquines de oportunidad.

Valga ocuparse también de esa intelectualidad rezagada que, a falta de argumentos, se esmera por las ofensas. La bondad industrializadora del miraflorino les permite ocupar espacios antes insospechados y llamar la atención de Farruco Sesto y sus agentes consulares, con la promesa realizada de las ediciones alusivas: los arribistas son los que mejor esfuerzo de descalificación hacen para el sesudo análisis del pasado, colocando su acento de cagatintas donde jamás hubo prueba alguna del rabo de paja que miran en el vecino detestado.

La afanosa actividad industrializadora y comercial del Comandante-Presidente nada haría sin el presupuesto público, porque las marchas, concentraciones y demás eventos reales y ficticios necesitan pagarse. Sobran los planes, las aspiraciones e ilusiones de realizar un gran espectáculo para el regreso de Chávez Frías, o de cualesquiera otras gestas que se le antojen, que incluyen vehículos, tarimas, sonidos, franelas, volantes, recursos audiovisuales, arreciando la competencia de los contratistas viejos y advenedizos, palanqueados y temerarios.

Se dirá, la presidencia de la República da empleo. Y también aquello del que parte y reparte….

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2149672.asp

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