lunes, 9 de mayo de 2011

(IN) CONSTANTE


EL NACIONAL - Sábado 07 de Mayo de 2011 Papel Literario/4
De cuando la humanidad casi pierde a Rimbaud
ISABEL GARCÍA CASALTA

A lo largo de la historia, hemos conocido grandes parejas cuya unión afortunada ha engendrado maravillas que han perdurado, no sólo como vestigio de su romance sino como prueba de la sublime habilidad creativa del ser humano. Así, la unión de Mumtaz Mahal y Shah Jahan nos regaló el impresionante Taj Mahal; del amor entre Dalí y Gala, obtuvimos hermosas obras pictóricas; Pablo Neruda dedicó infinidad de versos a la figura de su amada Matilde. Otra pareja que no pasa desapercibida, pero de cuyo resultado maravilloso quizás no estamos conscientes, es la que formaron los poetas Arthur Rimbaud y Paul Verlaine durante la segunda mitad del siglo XIX.

No existe biografía alguna de Rimbaud que no destine varias páginas al relato del turbulento episodio de la relación entre ambos poetas.

Rimbaud de Edmund White no escapa a esta constante.

Uno comienza la lectura de la obra de manera escéptica, dudando acerca del aporte que el libro pueda dar a la historia del tan analizado "padre de la poesía moderna". Sin embargo, la prosa del escritor norteamericano nos atrapa inmediatamente por su forma clara y directa de describir la personalidad del poeta maldito.

White combina el análisis poético con la narración de eventos de la vida de Rimbaud, valiéndose de un sinfín de cartas, declaraciones y documentos. Además se refiere, en varias ocasiones, a las biografías más destacadas, entre las que se encuentran la famosa de Enid Starkie y la prestigiosa de Jean-Jacques Lefrère. White logra conjugar todo lo que se ha dicho previamente sobre Rimbaud y lo destila, alcanzando una verdad objetiva, despojada de drama y sentimentalismo. Incluso se toma la licencia de refutar y cuestionar ciertas afirmaciones realizadas por anteriores biógrafos acerca de importantes hechos en la vida del poeta, como su posible violación en 1871 o su vinculación al tráfico de esclavos.

Una de las partes más impactantes de la obra es cuando el norteamericano asevera que "sin los esfuerzos de Verlaine, Rimbaud sólo sería una nota a pie de página en la historia de un movimiento literario olvidado: el zutisme". Es decir, la unión entre ambos poetas dio lugar a la poesía moderna.

Imaginar por segundos la posibilidad de que Arthur Rimbaud habría podido quedar en el olvido, deja sin aliento a cualquier amante de la literatura. Según relata White, nuestro joven poeta se hizo detestar en los círculos de París con su "inmenso y sistemático desorden de todos los sentidos"; Verlaine era el único que consentía su comportamiento audaz y desagradable. Lo que empezó como una curiosidad para la gente, terminó como algo despreciable e indigno de mencionar. A sus 21 años, Rimbaud ya había decidido alejarse por completo de la poesía y había pasado a ser sólo un mal recuerdo parisino.

Nadie se acordaba de sus versos y a nadie interesaban.

Fue por ese entonces que Verlaine decidió, movido por sus tan naturales remordimientos y por su gran pasión hacia Rimbaud, dar al joven poeta el reconocimiento que merecía, aun después de todas las riñas y altercados sufridos con él.

De este modo, publicó la última obra de su antiguo compañero, tomándose la libertad de titularla Las iluminaciones.

Además, escribió una serie de panfletos, conocida como Los poetas malditos, donde exalta el ego literario de Arthur. Claudel aunó su voz a la de Verlaine y, muy pronto, Rimbaud era aclamado por todos los literatos como uno de los más grandes poetas franceses. Más tarde, en 1901, un segundo golpe de suerte permitió que Una temporada en el infierno viera la luz cuando cientos de ejemplares de la obra fueron encontrados en un almacén.

¿Qué habría sido de la literatura si los versos de ese joven poeta nunca hubieran llegado a nosotros? Es difícil imaginar un ahora sin Rimbaud, pero ¿cuántos otros escritores se habrán perdido en baúles? ¿Cuántos habrán sido borrados de la memoria? ¿A cuántos, en el presente, no se les permite ser leídos? Cabe hacerse tales preguntas en un mundo de prejuicios, en un país de círculos herméticos. Es necesario ceder espacios para la literatura, es necesario rescatar las viejas voces y dejar que las nuevas sean escuchadas. No vaya a perder la humanidad, por capricho, a algún otro Rimbaud. ¡Gracias, Verlaine!

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