miércoles, 2 de junio de 2010

Lavanderos de vidrios, en la dura intimidad de la lluvia




Desatada la tormenta mañanera en la Caracas de un martes (01/06/10), nos percatamos de dos figuras a la distancia que se mecían tras cada ráfaga de viento, en medio de las altas torres. Creemos que muy pocas personas en tierra, lo advirtieron.

Descendieron pacientemente uno y otro. Quizá no atendían la más rápida llamada por móvil celular. Resguardados, los observamos.


El uno llegó, mientras el otro era más paciente e, incluso, creemos, se entretenía limpiando el panel en medio de la tormenta. Cuando llegamos al lugar, resguardándonos del aguacero, los lavanderos pendían de las cuerdas, meciéndose por cada ráfaga de viento que los sacudía…. Borroso el panorama, apenas dos datos, dos detalles en el conjunto, muy pocas personas en tierra advirtieron el asunto.

Seguía fuerte la lluvia. Hay quienes aseguran que un trabajo cómodo es aquél donde puedes y tienes dónde recibir visitas inesperadas. ¿Es el del señor?. Además, así como – suele decirse – es más seguro un avión que un automóvil, lo es estar entre las cuerdas (para envidia de los deportistas extremos) que ejerciendo de vigilante en una panadería….

Por cierto, árbol que nace torcido está bajo racionamiento energético.

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