jueves, 3 de junio de 2010

Arenga de reflexión


EL NACIONAL - Miércoles 02 de Junio de 2010 Opinión/6
Lucidez
EDUARDO MAYOBRE

No conozco a Eduardo Sánchez Rugeles, quien ganó recientemente el premio iberoamericano de novela Arturo Uslar Pietri. No lo he leído, nunca lo he visto, ni he tenido noticias de él, salvo las recientes notas de prensa. Pero una buena amiga me envió por Internet su discurso en el acto de entrega del premio. Acostumbrado a considerar con fastidio tales envíos, empecé a leerlo con escepticismo. A medida que avanzaba me di cuenta de que estaba ante un texto valioso, tanto por su contenido como por el manejo del lenguaje.

Me alegró descubrir a alguien joven que mantuviera un nivel de lucidez que aparentemente se ha perdido entre nosotros.

Sánchez Rugeles se refirió a lo que pasa en Venezuela, con una visión de largo plazo que trasciende a los dimes y diretes de las próximas elecciones y a las sandeces usuales sobre el llamado socialismo del siglo XXI. Dijo: "Hablar de Venezuela es un ejercicio complicado.

Nuestra idiosincrasia está ensamblada sobre una estructura de prejuicios, de mitos de creación, resentimientos fundacionales e hipersensibles narcisismos que, en la mayoría de los casos, distorsionan el sentido de la reflexión y la intención".

Afirmó más adelante que "el fracaso social sigue siendo un tabú. Cecilio Acosta, Briceño Irragorry, Picón Salas y, en ocasiones, el propio Uslar Pietri son pensadores antipáticos, incómodos; su transgresora lucidez atenta contra nuestra irrefutable cultura de la grandeza". Y continuó: "Hemos de reconocer la contundencia de la derrota. Venezuela, hoy día es una hipótesis no resuelta. El presente, en sus múltiples facetas es un indicio claro de que no sabemos vivir en sociedad".

Y se refirió a lo que "con orgullo impostado hemos definido como viveza, dudoso atributo que, en el fondo, no es otra cosa que la lenta agonía de nuestra eticidad".

Habla luego del siglo XIX, y de cómo el ideario de ese siglo ha sido un referente que nos ha mantenido en la guerra civil y en el atraso. E insiste: "El ideario decimonónico ha sido una invasiva referencia de excelencia, de verdad incuestionable, de teología pagana".

Al respecto cita a Ramón Díaz Sánchez en cuanto a que "los venezolanos por revolución entienden cualquier impulso animal de rebeldía, subversión o atropello brutal de la ley". Y afirma: "Creo con firmeza que este país sólo tendrá un desarrollo posible cuando logremos arrancar de nuestro imaginario toda esa retórica baldía de bayonetas, caballos moribundos y escaramuzas devenidas en épica".

Advierte: "La historia es sólo historia, experiencia, teoría, referente, acopio cultural, enseñanza y estímulo, pero es necesario entender que el presente y el futuro son categorías diferentes". Indica: "A pesar del entorno hostil, a pesar del rencor institucionalizado, he logrado aprehender la posibilidad de una esperanza, esperanza real, ajena al universo pueril de las buenas intenciones y el optimismo fatuo". Y se refiere entonces a su experiencia como profesor en la escuela secundaria, lo que lo lleva a afirmar: "Las nuevas generaciones, aquellas que heredarán el descalabro del presente, sólo necesitan inspiración, algo en que creer, algo que se parezca a lo que aspiran".

Y propone: "Hoy día, valdría la pena plantear a los creadores de ficciones, artistas plásticos, músicos y demás ingenieros del espíritu, la posibilidad de constituir el ciclo narrativo de las democracias artificiales.

Aquellas que tras una vulgarización y vigilancia opresiva del voto, propugnan ideologías sin ideas, socialismos asociales e inventan banales efemérides con el fin de promover conflictos innecesarios y hacer apología de la guerra. La persistencia del discurso político por avanzar hacia el pasado produce insoportables alergias. Asombra contemplar cómo la década perdida, aquella que se inició con la tragedia de La Guaira, ha representado el retorno a epidemias de malaria y mal de Chagas; a la paulatina desaparición de agua potable y la luz eléctrica; a la reivindicación del trueque y la indolencia creciente ante el bandolerismo de nuestras autopistas, convertidas en caminos de tierra".

Estas reflexiones, apretadas en unas pocas páginas, y otras sobre el arraigo, la venezolanidad y la educación, que el espacio disponible no me permite glosar, me llevaron a dedicar este artículo a transcribir partes del discurso de Sánchez Rugeles sin añadir mucho de mi propia cosecha. Porque, como dice él mismo, todavía cabe "la posibilidad de una esperanza" cuando hay jóvenes capaces de pensar claramente, de interpretar sus propias experiencias y plantear sus propios sueños. Sánchez Rugeles es uno ellos, con el coraje como para dirigirse a los más jóvenes que él, y decir: "mi arenga a la juventud apuesta por el retorno a lo esencial, a la dignidad del lenguaje (...).

La tolerancia sólo se construye con el ejercicio cotidiano de la paciencia y el diálogo".

Ilustración:
http://www.madecar.com.uy/fotos%20posibles/abstraccion_madera.jpg

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