lunes, 10 de diciembre de 2012

PROLONGADA ESPERA

EL NACIONAL - Sábado 28 de Julio de 2012     Opinión/9
El futuro de la humanidad
ALBERTO KRYGIER

No se pueden reformar las instituciones sin haber reformado antes las mentes, pero no se puede reformar las mentes si antes no se han reformado las instituciones.
Edgar Morín ¿Ha reflexionado cada generación, cada sociedad, en el transcurso de su historia, sobre su futuro y sobre cómo mejorar y fortalecer el mundo en que nosotros y nuestros hijos vamos a vivir? Una cosa es segura e innegable: no podemos tener éxito a menos de que nos reinventemos hoy, transformemos nuestras mentes, instituciones y organizaciones, y logremos una metamorfosis positiva. Solo así obtendremos un mundo mejor ¿Nos hemos preparado? Dicen que los niños y los jóvenes son el futuro de la humanidad. Esto, que parece obvio, me recuerda lo que el biólogo y epistemólogo chileno, Humberto Maturana, opina: el futuro de la humanidad no depende solo de los niños y los adolescentes, sino principalmente de los adultos con quienes ellos se relacionan, como son sus padres y maestros, los que los orientan, enseñan y educan. Ahora habría que añadir también los medios de comunicación que tienen tanta influencia en la juventud.
Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Facultad de Educación de la UCM, dice que en las escuelas no se puede enseñar sin educar, ni educar sin enseñar. No obstante, para muchas familias el saber es lo más importante y la educación es un subproducto necesario del aprendizaje, pero no el único fin. Dicen que la experiencia demuestra que las escuelas no funcionan bien como instructoras de doctrinas de regímenes políticos, con la excusa de enseñar o educar.
La educación, el saber, el poder, el hacer, la creatividad y la investigación forman la base del progreso.
Como señala Maturana, los adultos debemos asumir que somos nosotros y nuestros niños y jóvenes el presente y el futuro de la humanidad. Lo básico es responder a los desafíos y oportunidades de una era en la que la globalización, la ciencia y la tecnología han avanzado significativamente y creado un entorno interrelacionado. Este es un mundo en el cual el conocimiento y la innovación, junto a las instituciones y las organizaciones, se han convertido no solo en elementos de productividad sino de importancia para la legitimación social de las decisiones políticas y económicas. Informes científicos, estudios políticos y económicos, y comisiones de expertos, todos forman parte de nuestro paisaje político, como afirma el escritor y filósofo español Daniel Innerarity.
¿Con qué panorama nos enfrentamos? ¿Estamos todos de acuerdo en que en la sociedad actual el conocimiento, el saber y la creación son los motores de la productividad, el desarrollo de la economía y la base de las decisiones de la sociedad? ¿Coincidimos en que los estudios científicos y tecnológicos son la plataforma de nuestro crecimiento político, económico y social? ¿Damos por sentado que en la alianza de conocimientos entre las instituciones del Gobierno y las organizaciones y sectores privados está el secreto de nuestro éxito? ¿Concurrimos en que sin el estudio, el conocimiento y una estrategia a largo plazo, determinados por un Gobierno democrático y el sector privado unidos, no puede haber desarrollo? ¿Estamos seguros de que nos hemos preparado adecuadamente durante este siglo para enfrentarnos con fuertes competencias, entornos de riesgo y adelantos científicos y tecnológicos, entre otros? Como ha señalado Edgar Morín, la reforma de instituciones y mentes nos incumbe a todos: a niños, adolescentes y adultos, a gobierno y organizaciones privadas. ¿Qué estamos esperando?

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