EL NACIONAL - Martes 10 de Enero de 2012 Opinión/7
Los deberes del marido y la esposa
ROBERTO BRICEÑO-LEÓN
Hasta hace unas pocas décadas, cuando en los documentos legales se procedía a la conocida descripción de los abajo firmantes, se les presentaba con su edad, lugar de nacimiento...y al llegar a la conocida frase "de profesión u oficio", la perplejidad asaltaba a los notarios y se hizo costumbre calificar a muchas esposas como ejerciendo los oficios "propios de su sexo".
En realidad quería decirse que se ocupaban del mantenimiento del hogar, de la organización de la casa, de la salud y la educación de los hijos, de que la comida estuviera caliente y la ropa limpia.
Ciertamente, no es poco trabajo y alguien tiene que hacerlo.
Pero que esos oficios vinieran amarrados a un determinado sexo no era un designio de la naturaleza, sino una convención y una conveniencia social, y le había tocado a la mujer sostener la reproducción de la vida.
Esa convención se volvió luego un hábito y de allí una verdad que ha pretendido ser universal: el deber del marido es ganar dinero para mantener la casa y el de su esposa cuidar del hogar y la familia.
Esos roles, que la sociología llamó instrumental del esposo y expresivo de la esposa, se fundaban en la creencia de que los grupos sociales pequeños funcionan mejor con la especialización de los deberes (Parsons y Bayley,1955), y, ciertamente, permitió que muchos hogares venezolanos, de todos los estratos sociales, fueran felices.
Pero los tiempos cambian y como la mujer ha sido la gran protagonista de esas transformaciones, quisimos saber qué opinaban los venezolanos de este siglo sobre los roles maritales y se lo preguntamos directamente y en sus casas a 1.200 entrevistados.
Los resultados muestran un país que ha ingresado en la modernidad, pero que aún conserva un pie en la tradicionalidad.
Poco más de la mitad, 54% de las personas, estaban en desacuerdo con la idea de que el papel del marido era ganar el sustento y el de la esposa cuidar del hogar.
Sin embargo, una minoría nada despreciable de 31,5% pensaba que sí era correcta esa división del trabajo y que la mujer debía permanecer en la casa cuidando de los hijos y el hogar.
Estos datos muestran un matrimonio y una familia que avanza hacia lo que se ha dado en llamar la familia simétrica (Young y Willmott,1973), aquella donde ambos miembros de la pareja comparten el trabajo y las responsabilidades del hogar generando nuevos roles familiares (J. Johnson Journal of Marriage and Family, 67:2, 2005). Es sorprendente ver a muchos padres con sus hijos en los brazos o cocinando, y esto, como bien lo ha apuntado Alejandro Moreno, ocurre cada vez más en la familia popular venezolana.
¿Quiénes son entonces los que apoyan o resisten esta tendencia? Quizá es posible decir que las mismas fuerzas que pujan en la construcción de una sociedad moderna en un mundo globalizado.
La gente que considera que deben mantenerse los roles tradicionales viven en pequeños pueblos (49%), son los que no tienen educación (68%), viven en pobreza extrema (36%) o se dicen de izquierda (35%).
Como en una pendiente, esto cambia progresivamente, y el rechazo a esa visión tradicional del papel de la esposa aumenta con el tamaño de las ciudades (66% en las grandes), con la educación de las personas (70% entre universitarios), y el estrato social (67% en clase media).
También entre quienes dicen que en su opinión política son de centro, derecha o sin preferencia (59%).
Las grandes mudanzas de las sociedades ocurren a partir de pequeños eventos, son lloviznas que un día pueden pasar inadvertidas, pero luego provocan tormentas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario