viernes, 8 de abril de 2011

LA (OTRA) PALABRA PRESIDENCIAL


EL NACIONAL - Lunes 04 de Abril de 2011 Cultura/3
El foro del lunes
FRANCISCO JAVIER PÉREZ El crítico literario preside la junta directiva de la Academia Venezolana de la Lengua
El 27 de abril tomará posesión un comité que quiere hacer de la institución un centro de estudio del idioma y del desarrollo de la literatura en el país, en vez del cenáculo de grandes y pequeños escritores
"La Academia es un espacio para la divulgación de conocimiento"
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Las discusiones que han suscitado las sucesivas publicaciones de diccionarios, así como las recientes Ortografía y Gramática del castellano, han hecho de la española una lengua romance que está más viva que nunca.

Sin embargo, lo que hasta hace poco se desconocía es que el idioma también se rejuvenece y que, entre 22 hermanas desperdigadas en Iberoamérica, justamente la Academia de Venezuela está a la vanguardia de ese proceso.

Fundada durante el mandato de Antonio Guzmán Blanco, en el año 1883, la Academia Venezolana de la Lengua fue la primera institución de su estilo que se erigió en el país y la quinta de las juntas dedicadas al idioma que abrieron sus puertas en la región.

Cuando cumplió una centuria de existencia, era considerada la más decrépita de las pertenecientes a la Asociación de Academias. Tuvieron que pasar dos décadas para que sus miembros se dieran cuenta de la necesidad de renovar una organización que ni siquiera en su lema ­"Limpia, fija y da esplendor"­ parece afecta a los cambios. La reciente elección de una nueva junta directiva, presidida por Francisco Javier Pérez, el miembro más joven del cónclave, es prueba de que comienzan a cambiar las prioridades.

Cuando, en el año 2003, Pérez ­nacido el 30 de diciembre de 1959­ se hizo con el sillón marcado con la letra R, ya había comenzado una renovación en la institución impulsada por Alexis Márquez Rodríguez, Óscar Sambrano Urdaneta y Blas Bruni Celli, presidente de la que hoy es la junta directiva saliente. Ellos entendieron la necesidad de privilegiar a las generaciones más jóvenes cuyo trabajo académico sobre el idioma y la literatura se mantuviera cercano a las nuevas tendencias de las letras en castellano.

La atención sobre esta comunidad no sólo responde a la necesidad de dar continuidad a la institución cuando desaparezcan los académicos de más edad, sino también es evidencia de que ahora se toma más en cuenta la profesionalización de los miembros, que no fue el caso durante épocas anteriores, cuando las figuras centrales de la Academia eran políticos y miembros de la Iglesia Católica que, aunque compartían su tiempo con las actividades literarias, nunca lo hacían de manera científica.

Así, el miércoles 27 de abril, en el paraninfo del Palacio de las Academias, tomará posesión la junta directiva presidida por Pérez. La misma estará en funciones por dos años, con posibilidad de reelección.

Sobre ésta, su presidente destaca que está integrada por miembros que fueron elegidos en las últimas dos décadas de gestiones en ese cónclave, como Luis Barrera Linares (secretario), Edgar Colmenares del Valle (tesorero), Rafael Ángel Rivas Dugarte (bibliotecario) y Leonardo Azparren Giménez y Rafael Tomás Caldera (vocales). Además, fueron reelegidos Horacio Biord Castillo, como secretario, y Sambrano Urdaneta, como director del Instituto de Estudios de la Lengua.

­En la nueva junta destaca su juventud como presidente y que los demás miembros fueron elegidos en las dos últimas décadas, ¿es casual o intencional esta constitución? ­A Humberto López Morales le oí decir una estadística que, a su vez, tomó de la Asociación de Academias de la Lengua: que la nuestra era la institución más envejecida de la región, no sólo en cuanto a la edad de sus miembros sino en su desconexión de las investigaciones literarias y lingüísticas más recientes realizadas en el país. Hoy, gracias a las gestiones de Márquez Rodríguez, Sambrano Urdaneta y Bruni Celli, entre otros miembros, podemos decir que es la más remozada. Esto habla de las posibilidades que tiene esta organización de imbricarse con los procesos de creación literaria y lingüística en el país.

El camino es reinsertarnos en una comunidad de producción, creación y estudio de la lengua y la literatura con las herramientas que nos permiten las ciencias, el estudio del lenguaje moderno y la crítica literaria profesional. Yo no dirigiría una academia que pensara lo contrario.

­¿La vocación renovadora es parte de una iniciativa global de la Asociación de Academias o es exclusiva de la venezolana? ­Nació en Venezuela y luego, por supuesto, la avaló la Asociación. Si revisas la nómina de estas instituciones encontrarás que algunos de sus miembros en otros países son jóvenes, pero son individualidades, y no habla esto de un proyecto de rediseño en función de la vida nueva de su país, como el que hemos emprendido nosotros.

­Apuntalada por su frecuente presencia en prensa, se ha hablado últimamente de una renovación de la Real Academia, ¿cómo se nota ese cambio? ­Se refiere a la profesionalización de la actividad académica. Ahora estos son recintos de investigadores y escritores activos, ya la institución no es el cenáculo de grandes y pequeños escritores, sino de profesionales. La Academia es la segunda etapa en la vida profesional de los investigadores de los temas literarios; la primera se refiere a la investigación universitaria y a la tarea habitual de creación. Esto tiene que ver con la vocación panhispánica que ha marcado a la Real Academia en los últimos tiempos, que exige los estudios, las opiniones y el concierto de los expertos en toda Iberoamérica, así como mucho trabajo del estilo que no pueden cumplir miembros muy mayores.

­¿Cómo se refleja esa renovación en Venezuela? ­Vamos a la cabeza de ese sueño de reactivarse.

­¿Qué retos se ha propuesto la nueva junta directiva? ­Son varios. Primero, continuaremos con procesos que se iniciaron anteriormente, como el rescate de obras de algunos escritores. Sambrano Urdaneta dirigió un volumen de Obras completas de Julio Garmendia que se publicará a finales de año. Debemos entender que la Academia es un espacio para la producción y divulgación de conocimiento, y por eso uno de mis empeños será la edición de obra crítica. Para ello hemos creado una colección que se llama Académicos Actuales y que, a finales de año, presentará sus primeros títulos: Lecturas del teatro venezolano de Azparren Jiménez, el poemario Quaderno de Mérida de Biord Castillo (así con "q", como se escribía antes), además un libro sobre poesía hispanoamericana del siglo XX hecho por Márquez Rodríguez.

­¿Piensan publicar exclusivamente a profesores de la Academia? ­No, queremos convocar a académicos de otros ámbitos. Estamos por publicar el libro Las mujeres de Homero, que contiene traducciones de las obras del clásico autor de la Grecia Antigua hechas por Mariano Nava Contreras, profesor de la Universidad de los Andes, con prólogo de Eugenio Montejo. Otro título que estamos editando es una antología de ensayos y textos narrativos de Andrés Mariño Palacios hecha por Miguel Ángel Campos, de la Universidad del Zulia. Además, queremos que los libros de la Academia salgan de los depósitos y puedan comercializarse en las librerías. Aunque la institución no busca ningún tipo de lucro, aunque sea por un precio simbólico queremos ponerlos más cerca de los lectores.


EL NACIONAL - Lunes 04 de Abril de 2011 Escenas/2
La visita de Orfeo
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

La mejor situación del poeta es aquella en la que habla recurrentemente de la poesía. En Nada ocurra (Bid & Co, 2010), la preciosa antología de la poesía de Mark Strand, de sugestivo título y polivalente semántica, se han reunido algunos textos reveladores en torno al poeta enfrentado con su verdad (que Goethe encripta tras los conceptos de poesía y de verdad en su delirante y sosegada autobiografía, un prodigio literario que dicta a Eckermann, el secretario más célebre de la literatura). La verdad incuestionable del poeta es la del poeta hecho cuestión, pregunta, reclamo, elegía, homenaje, hermandad, ironía, destino, agonía y lenguaje. El poeta, primero y en gesto lingüístico, inquiere una y otra vez por la palabra lenguaje, para luego hacerlo intensamente por la palabra poesía; su palabra clave y la clave más poderosa de su palabra.

Nada ocurra merodea en torno a la pregunta cenital del universo del verbo: ¿qué es la poesía? Un dúo de violín y piano en una habitación a lo Hopper ofrece una buena pista. Los versos interpretan al desesperanzado Leopardi (una premonición tormentosa de un Horacio moscovita) y al esperanzador Brodsky (una culminación serena de un Chéjov napolitano).

Sin demoras, el poeta llega de Tracia arrebatado por los perfumes corporales de Eurídice y por las apetencias espirituales que excitan a Gluck, Berlioz y Offenbach.

Strand las hará soledad del poeta (Orfeo frente al poema) para explicar la teoría de la poesía, una gestión progresiva que delata el recorrido, paso a paso, del primer gran poema, del segundo grande, del tercero y último de los poemas grandes; una secuencia que relata el origen de la poesía y sus desarrollos: "Fue una aventura a la que podríamos dar demasiada/ importancia: un paseo/ A orillas del más oscuro de los ríos,/ entre las encubiertas y pujantes multitudes, por rocas/ vaporosas/ E hileras de chozas en ruinas sepultadas en el lodo".

He aquí el relato crono-histórico del surgimiento y vida de la poesía. El primer gran poema se estima como el logro de traspasar la imagen de sí misma, la novia perdida, para que sea vista iluminada por la luz. El segundo gran poema se hizo cuando la voz de la luz había surgido del cuerpo del fuego y cuando cada cosa ascendía de su profundidad para brillar como nunca. El tercer gran poema: "Vino al mundo como el mundo, desde lo indecible,/ fuente invisible de todas las ansias de ser".

El reconocimiento iluminador de la imagen traspasada y el brillo lumínico trasmutado en voz se refigurarán en idioma en el tercero de los grandes textos: "Un idioma/ Intocado por la piedad, en versos, espléndidos y oscuros,/ Donde la muerte renace y es enviada al mundo como un don,/ Para que el futuro, sin voz propia, ni esperanza/ De llegar a ser más de lo que será, pueda guardar duelo".

Todo termina sin puntos finales de reflexión, pues la tarea parece fecundarse cuando se la piensa desde los terceros grandes poemas que Strand ha compuesto para demostrar el camino que ya no "viene" sino que "va" desde un duelo esperanzado de futuro, con voz propia, como un don que envía al mundo la muerte renacida (la vida, pues) en piadosos versos espléndidos venidos del más hermoso de los idiomas; el de la verdadera poesía.

Fotografía: Manuel Sardá

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