Luis Barragán
Recordamos el comentario: lo más impresionante de la visita realizada al ministerio de la usurpación dedicado a la educación superior, fue apreciar sobre el escritor del viceministro una banderita cubana. No había otra en todo el despacho al recibir a la directiva de la FAPUV, quedando el asunto como algo más que una anécdota.
Ahora, Maduro Moros habla de la incorporación del embajador isleño al consejo de ministros, a quien debe fastidiarle la idea de intervenir directamente en una instancia que seguro conoce, con las supuestas formalidades que sugiere su presencia. Quienes, décadas atrás, rasgaban sus vestiduras por la presencia de la misión militar estadounidense, jamás hubiesen imaginado que Betancourt o alguno de sus sucesores, públicamente incurrieran en algo semejante con el embajador del norte: huelga agregar, absolutamente impensable para todos.
Luce obvio que el solo comentario miraflorino avala la ocupación cubana del país y la sistemática intromisión en cualesquiera de los despachos gubernamentales, pues, el ilustrado viceministro aludido (¿de apellido León?), por muy entusiasta revolucionario que fuese, sabe lo que implica tamaña devoción; además, la banderita, servirá de supersticiosa credencial, contraseña o quién sabe qué para aquellos que osen sospechar de alguna veleidad disidente. Las obviedades remiten inmediatamente a casos de traición a la patria, entrega a una potencia extranjera, al régimen como la mayor vulnerabilidad en relación a nuestra seguridad y defensa, por lo que la banderita o el anuncio en cuestión parecen una nimiedad.

Cualquier “boutade” la celebran, porque jamás responderán a algún periodista impertinente que asedie a los prohombres del poder establecido. Esta posibilidad está descartada, facilitando esta u otras travesuras que la molicie autorice.
Iustración: Ana Black (Facebook).
27/01/2020:
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