Por cierto, a mediados de la
aludida década, hubo un escándalo que partió de las aulas universitarias, pues,
el coronel José Machillanda, cursante de una maestría, centró su tesis en las
relaciones y vicisitudes entre los poderes civil y militar. El ojo editorial de
José Agustín Catalá, en tiempos de una franca libertad para publicar que
contrasta con el presente, lo llevó al gran público con prólogo de José Vicente
Rangel, quien también había invertido tinta y verbo sobre el tema, como luego
repetiría con portales como el posterior ensayo de Machillanda sobre el “Nuevo
intervenionismo: la desmilitarización del continente”. Después, no coincidirán
ambos nombres.
Obviamente, hay una corrlación entre la libertad y la calidad del debate público y la Fuerza Armada Nacional que no es fácil soslayar. La versión oficial es la que corre ampliamente, incluyendo la tinta de Jacinto Pérez Arcay, ampulosa sobr el fenómeno que no, crítica. Y ésto es lo deseable. La propia prensa escrita y digital, experimenta el problema. No hay modos de plantear eficazmente el asunto. Nuestra modsta experiencia parlamentaria apunta a la sordera cuando nos referimos a la corporación castrense. Evidentemente, hay cautela en unos y, en otros, ignorancia en la cuestión. Es lo que percibimos. Por ejemplo, el diputado Alfonzo Marquina y el suscrito, en distintas ocasiones, hemos ventilado el problema de la creación de empresas mercantiles para el desempeño castrense. La rspuesta del gobierno en la Asamblea Nacional, ha sido pobre. Y, a veces, ridícula. Es necesario decirlo. a la diferencia que tengamos con el autor, Cuando hemos tenido ocasión de leer los viejos debates parlamentarios, por lo menos, sobresale el contraste. Había sobriedad en el tratamiento de la materia. Por ahora, ligereza y repetición enfermiza de las consignas. Con tododa la diferencia que tengamos con el autor, Battaglini - por mencionar un nombr - debería actualizarlos y orientarlos dándoles - por cierto- otro lenguaje.
LB
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