EL NACIONAL - Sábado 27 de Julio de 2013 Escenas/1
Michelena revive en una retrospectiva que revela la obra maestra en proceso
Los lienzos más emblemáticos del artista valenciano se exhiben junto a sus bocetos en la Galería de Arte Nacional.
Vuelvan caras está presente en una reproducción
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ
Una de las sorpresas que se llevan los espectadores de Las dos travesías de Arturo Michelena, Intimismo y épica , es que el artista valenciano no pintó una sola versión de Miranda en La Carraca . Junto al imponente lienzo de 197 por 245,2 metros que muestra al prócer preso en Cádiz, España, se exhibe un boceto y una réplica más pequeña de la obra más conocida del pintor, también elaborados en óleo. En la exposición; los estudios, bosquejos y esbozos son confrontados con las piezas acabadas, para dar una idea del proceso de realización.
La exhibición que presenta desde anoche la Galería de Arte Nacional es la más grande que se ha dedicado a Michelena, quien hace un mes habría cumplido 150 años. "Al fin pudimos proponer una gran retrospectiva. Comenzaron a aparecer muchas obras y las dimensiones de estas salas permiten mostrarlas casi todas", indica Juan Calzadilla, director de la GAN y curador de la muestra.
Aparte de reunir 235 piezas procedentes de distintas instituciones, la exposición permite una lectura amplia y lleva al espectador a hacerse una idea de la calidad plástica del dibujo del valenciano frente a las obras terminadas que, a juicio de Calzadilla, perdían a veces un poco de espontaneidad. "Por ello muchos entendidos prefieren los apuntes a los lienzos. Michelena era un dibujante muy diestro y gestual. Él vivió el conflicto entre expresarse con libertad y hacer obras que llenaran las exigencias de los coleccionistas y del Estado".
A lo largo de todo el primer piso de la GAN se exhiben las obras más emblemáticas del pintor.
Hay retratos, paisajes, naturalezas muertas, alegorías, batallas y escenas taurinas. En la primera sala, dedicada esencialmente al tema patrio, hay dos retratos de Bolívar, así como la ya citada Miranda en La Carraca , y la conmovedora Muerte de Sucre en Berruecos , elaboradas por encargo del Estado venezolano.
Vuelvan caras , considerada la escena de batalla más lograda de Michelena, fue reproducida a través de la técnica plotter y ocupa una pared entera. Sin embargo, el cuadro original que muestra a José Antonio Páez liderando la batalla de Las Queseras del Medio es el gran ausente de la exhibición, pues pertenece a la colección del Círculo Militar y no fue cedido en préstamo.
En la misma situación están Pentesilea , Diana Cazadora , La multiplicación de los panes y La última cena , que también fueron reproducidos a tamaño natural para compensar la ausencia de los originales. Los dos primeros pertenecen a la Colección Residencia Presidencial La Casona, y los dos últimos al Cabildo Metropolitano. "Hay muchos trámites y dificultades para sacar las obras de los sitios donde están. En La Casona reformaron los espacios y fue imposible moverlas. Afortunadamente existen buenas técnicas de reproducción fotográfica", indica Calzadilla.
La vara rota , Leda y el cisne , Carlota Corday camino al cadalso y el boceto de El niño enfermo son algunas de las creaciones que están presentes en la sala contigua, al igual que los modelos en yeso que el artista empleaba para hacer sus cuadros y otros objetos. Paralelamente, se exhiben algunas piezas de sus contemporáneos, entre ellos Cristóbal Rojas y Martín Tovar y Tovar.
EL NACIONAL, Caracas, 22 de octubre de 1998
42 grandes formatos se agrupan por primera vez
Genio y figura se unen para confrontar el verdadero Arturo Michelena
Para exaltar la genialidad del pintor valenciano, la Galería de Arte Nacional inaugurará el domingo, a las 11:30 am, la exposición Genio y gloria de Arturo Michelena (1863-1898) en el centenario de su muerte. Con la curaduría de Rafael Romero y Juan Ignacio Parra, seis salas mantendrán las creaciones emblemáticas del precoz pintor
Francismar Ramírez Barreto
De manera intempestiva, el número 35 hurtó de la vida posible la existencia de uno de los pintores venezolanos, emblemáticos, de la segunda mitad del siglo XIX. Anticipado en todas sus facetas, inclusive en la muerte -vivió tres décadas y media-, Arturo Michelena, sí, el mismo que trazó Miranda en la Carraca, regresa triunfal a las paredes de la Galería de Arte Nacional, hasta finales del mes de enero.
Valenciano de nacimiento, caraqueño por reconocimiento y parisino por formación, Michelena es el motivo principal, el único, de la exposición que el domingo invadirá seis de los muros de la GAN. Dividida en dos grandes compartimientos -de tres salas cada uno- a juicio del criterio curatorial de Rafael Romero Díaz y Juan Ignacio Parra Schlageter, Genio y gloria de Arturo Michelena (1863-1989) en el centenario de su muerte presenta, por una parte, la faceta del pintor durante su estadía en Francia y, por otra, el producto de su esfuerzo, ya en Venezuela, a partir de 1890 y hasta su muerte.
Por vez primera se agrupan en una sola institución 42 de los pilares que convirtieron en vox pópuli el talento, la productividad y la versatilidad de este gran representante de la escuela académica decimonónica.
Carlota Corday, Pentesilea, El centauro Páez, La Ultima Cena, Miranda en la Carraca, Diana cazadora, Vuelvan caras, La joven madre, El niño enfermo, La vara rota, varios retratos -como el de Lastenia Tello de Michelena (1890), su esposa-, algunos paisajes venezolanos al aire libre y uno que otro reconocimiento, forman parte de esta antológica que no incluye, en obras, el tema de la etapa valenciana, mas sí obras de gran formato, en su mayoría.
"A diferencia de la exposición que en 1986 exhibiera la misma institución, en esta oportunidad decidimos celebrarlo de manera distinta. No quisimos hacer el habitual recorrido por todas sus obras. El concepto curatorial es de enfrentamiento, de confrontación entre los grandes formatos pintados en París, entre los años 1885 y 1892 -cuando participa en los distintos salones de la sociedad de artistas franceses-, y lo que hace como comisiones -encargos- en Venezuela al regresar triunfante de Europa", explicó Parra Schlageter.
No se trata entonces de una confrontación aleatoria, sino del enfrentamiento entre el Michelena que pintaba para ganar en el Salón de la Sociedad de Artistas Franceses y la creación un poco más libre -aún cuando se guiara por los constreñimientos de la pintura oficial del momento- que afronta con temas y motivos históricos en su país.
"Estamos hablando de un artista en extremo talentoso, de un genio que tuvo facilidad para el dibujo, de un hombre que tuvo un don que supo aprovechar en las circunstancias que se le presentaron", afirmó Romero Díaz.
A los 23 años llega Arturo Michelena a París, prácticamente sin pasar por Caracas. En 1887 obtuvo la Medalla de Segunda Clase en el Salón de Artistas Franceses. En 1889, año en que abandona París, fue acreedor de un segundo reconocimiento.
Pero los colores del trópico llamaron a la sangre valenciana. Celebrado a su regreso, Michelena se encarga de incrustar en cada tela la iconografía emocional de un país, la sensación de narrativa propia de libros como Venezuela heroica de Eduardo Blanco, el imaginario venezolano de una historia patriótica que apenas nacía en Venezuela.
Sin embargo, la recolección de esta cuarentena de obras tampoco fue un proceso de fácil acomodo. Uno de los grandes formatos, pertenece a la Cámara de Representantes del Congreso de Bolivia, se trata de un retrato del Mariscal de Ayacucho, encargo que hiciera el presidente Joaquín Crespo al pintor. El caso de Vuelvan caras también es curioso, puesto que, luego de 45 años, es la primera vez que esos 7 metros de lienzo salen del Círculo Militar para entrar a la GAN por el techo.
EL NACIONAL, Caracas, 30 de agosto de 1998
Michelena: nuestro ilustre pompier
Rubén Monasterios
La gente de mi generación creció sintiendo el más grande respeto y la más encendida admiración por Michelena, inculcadas por aquellos excelentes profesores de Educación Artística de antaño. Con la llegada a una avanzada adolescencia, al menos en quienes sentíamos curiosidad por ese fascinante, vasto e intrincado ámbito de la cultura universal, el respeto hacia el pintor venezolano persistió, tanto como uno lo sentía hacia los demás símbolos de la Patria, por cuanto no era menor el status de Michelena; pero la admiración debida al artista se resintió, porque la actitud contestataria propia de esa edad, asociada a la aludida curiosidad, nos conducía a preguntarnos por qué nuestro joven compatriota, puesto en París -como decir, en el vero ojo del huracán- y en plena ebullición de la primera confrontación estética trascendente del siglo, quizá de todo el milenio, prefirió cerrar filas con el academicismo: la corriente representativa del "establecimiento" burgués, lo que significa adaptación complaciente al gusto generalizado, en lugar de hacerse impresionista, entonces la vanguardia, la insurgencia, el salto hacia el futuro.
Pompier, cuyo significado literal es "bombero", fue el cognomento peyorativo que sus adversarios estéticos impusieron a los pintores academicistas; así como éstos, con idéntica intención, llamaron "impresionistas" a esos jóvenes contestatarios, haciendo un término burlesco del título de un cuadro de Monet, Impresión, en el que plasmaba su particular percepción -su impresión- de los efectos de la luz debidos a un sol naciente sobre el mar. Rechazado el cuadro en el Salón Oficial, se expuso en la muestra histórica (1874) organizada por un colectivo de jóvenes pintores, que habían sido objeto del mismo desprecio, entre ellos Manet, Degas, Renoir, Cézanne.
El término pompier, por su parte, deriva de que en esa época los bomberos de París usaban un vistoso uniforme de gala provisto de un ornamentado casco, muy semejante al que con frecuencia aparecía en los cuadros de temas mitológicos de los pintores academicistas, a partir de la suposición de que los héroes de la antigüedad greco-romana portaban algo parecido. No faltan cascos, por cierto, en la pintura de Michelena: figuran en su Pentesilea.
Podríamos especular en torno a las razones que impulsaron a Michelena a hacerse academicista. Quizá sintió algo así como el "compromiso con su país", donde ya había alcanzado fama, cuya sociedad convencionalmente afrancesada esperaba de la juvenil promesa enviada a París, su triunfo entre los artistas "respetables", y de ningún modo que se sumara a esos desaforados marginales que pretendían hacer pasar por pintura un montón de manchas confusas puestas en un lienzo; o que escandalizaban a la buena sociedad con impudicias como ese Déjeuneur sur l'herbe (1863) de un tal Manet.
O, a partir de una hipótesis egoísta, tiene sentido suponer que Michelena se sintió más intensamente motivado por lograr el éxito social y la riqueza, que por ser un pintor de vanguardia; a tal efecto, el camino correcto era el academicismo, y así lo reconocieron los mismos inconformistas antes mencionados; de hecho, casi todos ellos aspiraban figurar en el Salón Oficial; actitud que resume el pragmático Renoir al justificar su participación en 1878: "Hay (en París) ochenta mil aficionados a la pintura que no comprarán nada si el pintor no ha participado en el Salón"; de eso sabían bastante innovadores geniales que vivieron al borde la miseria, como Daumier y Millet y el mismo Monet en sus comienzos, y los que fueron más allá del impresionismo -pronto convertido en nueva pintura "oficial"- Gaugin y Van Gogh, cuyos cuadros no llegaron a venderse en vida.
La "hipótesis egoísta" encuentra sustento en la "pintura íntima", del maestro, esto es, aquella no destinada a deslumbrar a los jurados de los Salones ni al público burgués; por ejemplo, en la decoración de una bata de casa de su mujer, Lastenia, se descubre una deliciosa fantasía de acento oriental, ajena a la solemnidad neoclásica, y su óleo El vapor América (1890) luce animado por el espíritu impresionista.
Aunque tal vez la verídica explicación a la actitud de Michelena que nos inquieta, sea la más simple: se hizo academicista por vocación y al reconocer su dominio de la técnica indispensable para ello; porque, admitamos, no es lo mismo pintar un óleo de factura neoclásica en gran formato, que poner unas cuantas manchas en un lienzo; sin que ello necesariamente signifique que lo primero sea estéticamente mejor que lo segundo; y esta última consideración, elaborada en la serenidad de espíritu debida a la madurez, nos conduce a rescatar la admiración por el arte de Arturo Michelena.
En la pintura neoclásica, tanto como en cualquier otra corriente, hay cantidad de cuadros dignos del basurero de la historia, y unas cuantas obras trascendentes; en la opción que asumió Michelena, fue un gran maestro, y como tal lo reconocen tanto sus contemporáneos europeos, como la crítica moderna; ese punto de vista se entiende en el siguiente comentario de Juan Calzadilla: "La obra dibujística de Michelena alcanza (...) un rango universal".
En la obra del pintor venezolano se cumple un principio pivotal de la Estética, según el cual la grandeza de una obra no radica en el material de que esté hecha ni en el tema ni en la corriente estilística donde pueda insertarse, sino en el tratamiento que le confiere a esas cosas el genio del creador".
(*) Tema de la semana de "Rubén y sus Corazones Solitarios", por Mágica 99.1 FM, a las 6:00 pm
EL NACIONAL, Caracas, 19 de julio de 1998
Retrato en fragmentos
1863
Nace en Valencia, el 16 de junio, en el seno de un hogar que hoy se tildaría de clase media. Sus progenitores fueron el pintor Juan Antonio Michelena y Socorro Castillo, hija del también pintor y decorador Pedro Castillo. Michelena tuvo varios hermanos, pero sólo sobrevivió uno llamado Juan Manuel.
1874
Es el año de su descubrimiento como artista. Dibuja su célebre Autorretrato a los once años y un retrato del general Antonio Guzmán Blanco, presidente de Venezuela, quien aconseja que el niño viaje a Europa a estudiar pintura. Conoce al escritor costumbrista Francisco de Sales Pérez, su promotor, y cuyo libro Costumbres venezolanas ilustraría tres años después.
1883
Participa en la Exposición Nacional de Venezuela y obtiene una medalla de honor.
1885
El presidente Joaquín Crespo le otorga una beca. A principios de mayo se embarca hacia Europa. En París, se inscribe en la Académie Julien bajo la tutela del maestro academicista Jean Paul Laurens.
1886
Obtiene una mención honorífica en el Salón de los Artistas Franceses. El gobierno venezolano le suspende la beca y se ve en la necesidad de trabajar como dibujante.
1887
Pinta Leda y el cisne. Envía al Salón de los Artistas Franceses los cuadros Una visita electoral y El niño enfermo, con el cual alcanza Medalla de Segunda Clase, máxima recompensa que se otorga a un pintor extranjero. Tenía 24 años.
1889
Realiza dos de sus pinturas en gran formato más conocidas: La joven madre y Carlota Corday, galardonada con la Medalla de Primera Clase en la Gran Exposición Universal de París. Recibe el encargo de ilustrar la edición de lujo de la obra Hernani de Víctor Hugo.
1890
El Teatro Municipal de Caracas organiza una gala en su homenaje. El 17 de julio contrae matrimonio con Lastenia Tello Mendoza, con quien no tendrá hijos. Después, parten rumbo a Francia.
1891
Realiza Pentesilea, uno de sus cuadros más ambiciosos, exhibido en el Círculo Militar de Caracas. Michelena lo envía al Salón de París.
1892
Pinta La vara rota, una escena taurina. Su salud se debilita. Los médicos le diagnostican tuberculosis. Por la escasez de recursos económicos, Michelena y Lastenia regresan a Venezuela.
1893
Pentesilea es distinguida con medalla de honor en la Gran Exposición de Chicago. Realiza uno de sus mejores retratos del general Joaquín Crespo, su amigo y protector. Pasa algunas temporadas en Los Teques para recuperarse de la tuberculosis.
1895
Adquiere un terreno en la esquina Urapal de La Pastora y levanta un taller (donde hoy se encuentra el Museo Arturo Michelena). Allí atiende los encargos y a sus alumnos.
1896
Comienza a decorar el Palacio de Miraflores, residencia del general Crespo. Realiza el cuadro Diana cazadora.
1897
La tuberculosis vapulea su salud. Se muda a Los Teques donde permanece cerca de ocho meses. Pinta La Virgen de las Palomas y La multiplicación de los panes.
1898
Fallece en Caracas el 29 de julio y deja varios cuadros inconclusos. Con la finalidad de levantar un monumento en su honor, se realiza una exposición con más 170 obras, una de las primeras individuales organizadas en Venezuela.
1948
Sus restos son trasladados del Cementerio General del Sur al Panteón Nacional.
1960
El Gobierno Nacional adquiere la casa de La Pastora. Es el primer paso para la creación del Museo Arturo Michelena, cuya apertura se oficializa en 1963.
1998 Se cumple el centenario de la muerte del pintor. El Ateneo de Valencia organiza una exposición que reúne su trabajo, el de su padre y su abuelo. El Museo Arturo Michelena inaugura hoy una muestra sobre Lastenia Tello y la Galería de Arte Nacional prepara una exhibición de las obras de gran formato que abrirá en octubre.
(*) Fuentes: Cronología de Francisco Da Antonio, Diccionario de las Artes Visuales en Venezuela (1984, Monte Avila Editores) y Ateneo de Valencia
EL NACIONAL - MIÉRCOLES 2 DE JUNIO DE 1999
El Museo Arturo Michelena se crece
Dos inmuebles cercanos a su sede principalme-un pequeño edificio y una tradicional casa caraqueña- extienden el cuerpo de la institución dedicada a custodiar la memoria del pintor venezolano. A pesar del considerable retraso presupuestario, adelanta actividades en nuevos espacios, entre otras, una sala de exposiciones, una marquetería, área de investigación, depósito de obras, oficinas y salas de talleres y de lectura
EDGAR ALFONZO-SIERRA
Nuevos espacios estrena este año el Museo Arturo Michelena, entre ellos, una sala alterna de exposiciones que abrirá oficialmente al público a finales de junio, con una muestra pictórica de Pedro Centeno Vallenilla, a 100 años de su nacimiento, bajo la curaduría del investigador de arte y presidente de la Fundación Museo Arturo Michelena, Francisco Da Antonio.
Esta sala estará abierta a exposiciones que, según indica Da Antonio, estarán orientadas a exhibir la obra de artistas venezolanos, grupos creativos y movimientos de la plástica nacional. También podrá ser utilizada para realizar conferencias y actividades comunitarias.
Desde su inauguración en 1963, el Museo Arturo Michelena ha conocido por sede la casa que perteneciera a la familia Michelena Tello, en la esquina de Urapal de La Pastora, lugar que fue resguardado con celo por doña Lastenia Tello de Michelena, esposa del pintor. Ahora, 36 años después, esta institución extiende sus espacios a dos inmuebles ubicados en la zona. Uno, el edificio Jennifer de la esquina de Urapal, el cual consta de dos plantas y 444 metros cuadrados de área; y el otro, una antigua casa ubicada de Pastora a Puente Monagas.
Los nuevos espacios tienen destinadas distintas actividades. En cuanto al edificio Jennifer, adquirido hace dos años por 23 millones de bolívares, se ha instalado una marquetería con carácter de abastecimiento interno, que además presta también servicio al público. Aunque, las ventas de la marquetería no mejoran la situación económica del museo, permiten una mínima entrada financiera a la institución. También habrá espacio para oficinas administrativas, área de investigación, una mini cocina-comedor para el personal y un depósito de obras modernas y contemporáneas de la colección del museo, la cual, si se toma en cuenta la cotización de Michelena en los mercados internacionales, se ha abierto desde hace algunos años a la adquisición de obras de otros maestros venezolanos. Asimismo, actividades de expansión de la institución, como programación simultánea y servicios a la comunidad tendrán allí lugar apropiado.
La casa de Pastora a Puente Monagas se usa desde hace tres meses como Casa de Talleres, lo cual propicia, de acuerdo con Francisco Da Antonio, una relación más cercana y viva con la comunidad pastoreña. Está aún en proceso de acondicionamiento para abrir las salas de lectura infantil y juvenil, pero ciertas actividades -como el cineclub, teatro infantil, talleres de artes plásticas y danza- ya están en curso con un quórum de, aproximadamente, 150 niños. Una de las ideas del equipo del Museo Arturo Michelena para este lugar es la realización de un taller de formación en restauración y conservación de obras de arte.
Se ha escogido a Pedro Centeno Vallenilla para la apertura de la sala alterna del Museo Arturo Michelena, que estará en el edificio Jennifer, en virtud del centenario de su nacimiento. Le seguirían, en orden, las muestras de Natalia Critchley y José María Vera León, así como la exhibición de la gráfica completa de Pedro León Castro, según Da Antonio, el único de los miembros del Círculo de Bellas Artes que se encuentra vivo, sano y pintando.
Sin embargo, estos proyectos se encuentran amenazados. El personal del museo cobró por última vez en noviembre pasado. "Estamos acostumbrados a este retardo. Sin embargo, en estos momentos la preocupación es alta. Las reservas económicas de las que disponemos están a punto de vencer. Pese a ello, seguimos trabajando".
Fotografías: A colores, Leonardo Noguera para El Nacional (Caracas, 27/07/2013). En blanco y negro, reproducciones para una larga reseña de César Rengifo para la revista Élite (Caracas, nr. 1189 del 17/07/1948).
Breve nota LB: Una exposición siempre es buena noticia, aunque hay obras emblemáticas de Michelena trilladas en otros eventos que los creemos improvisados. La preocupación que sentimos es sobre la suerte de la obra del valenciano, en manos del Estado. Hay varios Michelena: por sus etapas de perfeccionamiento pictórico; por las significaciones que ha tenido en nuestra historia, convertido en un insoslayable ícono escolar; y por la custodia y el manejo que ha tenido el Estado de su obra. Habrá que leer a los especialistas al respecto.
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