EL NACIONAL - Domingo 14 de Julio de 2013 Papel Literario/2
Falso cuaderno
Revolución
ANA NUÑO
En sus diálogos con Claire Parnet, editados en DVD con el título L’Abécédaire de Gilles Deleuze , este filósofo francés define el público al que hoy no tienen más remedio que dirigirse los productos culturales.
Tras explicar por qué la cultura, en su opinión, se ha visto metida en otra de sus recurrentes travesías del desierto justamente ahora las entrevistas fueron filmadas en 19881989, señala las tres razones por las que piensa que tal es el caso. Destaco la última, que es esta: "Los verdaderos clientes han cambiado". Y ejemplifica, para que cualquiera, cliente o proxeneta, le entienda: "¿Quiénes son los clientes de la televisión? No son los oyentes, el público.
Los clientes de la televisión son los anunciantes." No por trillado deja de ser eficaz, el método de Deleuze. Por lo demás, eso de inquirir quién pone el dinero en un negocio y tiene, por tanto, sobradas razones para querer sacar réditos de su inversión, forma parte de otro ABC, el del marxismo.
Del que se reclamaba Deleuze, aunque bien es cierto que de la variante de andar por casa en pantuflas que fue el izquierdismo de Mayo del 68. En todo caso, esa vieja escuela de la sospecha puede enseñar algunas cosas útiles, y no sólo en el ámbito de los negocios.
Por ejemplo, tómese la dichosa "revolución bolivariana".
¿Quiénes siguen dando crédito hoy a este invento? Y sobre todo, ¿quiénes le han sacado más tajada? Dejemos a un lado la nomenklatura decrépita del castrismo y los diversos chulos internacionales del jactancioso Petroestado venezolano, y paseemos la mirada por el patio local. ¿Los militares? En primerísimo lugar. ¿Los funcionarios corruptos? Sin duda. ¿Los empresarios que invierten no para crear empresas y puestos de trabajo, sino para lucrarse con el único negocio floreciente en un país que nada produce: el de las importaciones? Desde luego. ¿Los banqueros que han jugado a la ruleta con los bonos de Pdvsa y los dólares de Cadivi y el Sitme y se disponen ahora a hacer lo propio con el Sicad? Bingo. ¿Y los miserables, qué? ¿Acaso no se han beneficiado de las tropecientas misiones de la revolución? Pues sí y no, dado que las Misiones han funcionado ante todo como máquinas clientelares, y que han sido mal administradas y peor gestionadas.
¿Revolución? ¡Pero si todo eso, como el dinosaurio aquel de Monterroso, ya estaba ahí antes! Antes de la revolución, Venezuela ya era un Petroestado con pies de barro, los militares disfrutaban de prebendas imposibles en una democracia de verdad, los empresarios se lucraban sin mojarse, arropados, al igual que los banqueros, por corruptos funcionarios de un Estado intervencionista y depredador. Y había pobreza y miseria y sus tremendas secuelas.
¿Revolución, ha dicho usted? No me haga reír: revolución, la que hoy cumple en Francia 224 años. Y 237, hace diez días, la primera de todas: la que fundó los Estados Unidos de América.
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