lunes, 17 de junio de 2013

INMUNES

De la ininterpelabilidad ministerial
Luis Barragán

Consabido, existe un terco bloqueo en las comisiones permanentes de la Asamblea Nacional para evitar que todo funcionario del Ejecutivo, por modesto que sea, las visite aún en nombre de la más elemental cortesía. Salvo las muy planificadas y esporádicas comparecencias de los ministros a la sesiones plenarias del parlamento, concebidas como un espectáculo políticamente rentable, no las hay ni las habrá para que se expongan a las preguntas o al libérrimo  intercambio con la oposición en tales comisiones.

Tamaña inmunidad de hecho, convierte en un formalismo retórico las previsiones constitucionales, sincerando esta extrañísima versión de la democracia participativa que desgarra tantas vestimentas, vestiduras e investiduras de turno. Por más putrefacción que haya de los importadísimos alimentos, por ejemplo, no existe posibilidad alguna de investigar y, mucho menos, que un juez recurra a esa suerte de artefacto verbal para muchos, como es la notitia criminis.

Evidenciando un retroceso en términos históricos y de la propia práctica parlamentaria en nuestro país, la situación contrasta con el viejo Congreso de la República. Fueron numerosísimas las denuncias que procesó, generando – además – las comisiones especiales correspondientes, independientemente de la bancada dominante, por no  invocar las recurrentes citaciones que hizo de los ministros de la economía, en su etapa final, como bien lo ilustra y medita Mirtha Rivero en su célebre y extenso reportaje.  Sin embargo, la actual ininterpelabilidad de los ministros, por no decir de toda la burocracia, ha sido contraproducente para  el propio oficialismo, descomponiéndolo moralmente.

Así las cosas, brevemente señalamos que ministro o viceministro alguno se ve amenazado siquiera de explicar su gestión ante los mismos diputados del PSUV o PCV, por más que sus dirigentes presidan las comisiones (hoy, todas). Éstos, al contrario, ignorando los planes o ejecuciones en las más disímiles materias, deben enterarse a través de la prensa y, a lo sumo, agradecer que el titular del despacho – por lo menos – los identifique por nombre y apellido, sin que signifique la seguridad de una audiencia – incluso – para plantear asuntos distintos a la especialidad.

No necesita el burócrata de la comprensión, amistad o simpatía del diputado camarada, porque – en el supuesto de algún inconveniente – se entiende con la cabeza de la Asamblea Nacional que dispondrá u ordenará lo conducente, concibiendo la más mínima dificultad como indicio de un terrorífico plan de desestabilización que, por si fuese poco, prohíbe toda inquietud  por el sospechoso despilfarro o desvío de los más módicos recursos. Se está demasiado lejos de aquél compañero de partido al que se le aceptaba, recurriendo legítimamente a su condición de senador o diputado,  refutar al ministro en un acto parlamentario, convirtiendo la probable remisión al tribunal disciplinario en un elevado y contraproducente costo político.

Sentimos que, como los de la bancada opositora, los diputados de la bancada oficialista ignoran - ya sin disimulo – el trabajo que realizan los públicos, procurando resguardarlos a la espera de un ademán de agradecimiento por el cual luchan. Y es que tampoco se sienten plenamente como parlamentarios, sino como empleados subalternos de otro órgano del Poder Público al que desean acceder, acumulando los méritos del asentimiento, conformidad y silencio.

http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/15578-de-la-ininterpelabilidad-ministerial
Fotografía: Juan Carlos Neira (http://www.noticierodigital.com/2013/06/que-opina-de-esta-pancarta-frente-a-la-nunciatura/)

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