viernes, 5 de abril de 2013

INTERPELACIÓN

EL NACIONAL - Viernes 05 de Abril de 2013     Opinión/8
ATresManos
Miradas múltiples para el diálogo
Epistemología de la vida cotidiana
ALEX FERGUSSON

La epistemología se refiere al conjunto de paradigmas, es decir, principios rectores, saberes, creencias y referentes (lo que decían nuestros padres o mentores), a partir de los cuales elegimos opciones, tomamos decisiones y pensamos, decimos y actuamos en nuestra vida cotidiana. Es decir, nuestra racionalidad.
La mayoría de nosotros, incluidos aquellos a quienes llamamos cultos o estudiados, ignora esta circunstancia y, por supuesto, rara vez reflexiona al respecto. De modo que el resultado es que vivimos nuestra vida sumergidos en una profunda ignorancia de nosotros mismos, de por qué hacemos lo que hacemos y por qué nos pasa lo que nos pasa. Además, palabras mayores, vivimos ignorando nuestra conexión con los demás, con la comunidad de la vida, con el ambiente planetario y con el universo de los que somos parte.
Apegados como estamos a la batalla cotidiana por la supervivencia, el dinero, el placer, la fama o el poder, a veces la vida misma nos enfrenta a nuestra realidad epistémica cuando nos alcanza un infarto, o nos comunican que tenemos esclerosis múltiple o simplemente un cáncer, sólo para citar enfermedades serias, o bien cuando nos enfrentamos a un duelo importante (pérdida del trabajo, quiebra del negocio, ruptura de pareja o muerte de alguien, por ejemplo).
Es en esos momentos de suma calamidad, cuando comenzamos a reflexionar sobre la vida misma, la que hemos llevado, o sobre el sufrimiento y la muerte. Es allí cuando nos preguntamos ¿qué hicimos mal? y aparece, con la ayuda del médico o el terapeuta, y a veces sin ayuda, la necesidad de cambiar nuestro episteme.
Apelamos entonces a una dieta nueva, empezamos a ejercitarnos diariamente, incorporamos un poco de cinismo (que nos permite tomar cierta distancia de las cosas que nos afectan), asumimos elementos místicos, acrecentamos nuestra religiosidad y comenzamos a buscar espacios protegidos donde podamos desarrollar nuestra imaginación y creatividad, es decir, de tranquilidad y sosiego. Empezamos, entonces a pintar, escribir, dar conferencias, hacer labor social o a acercarnos más a los amigos y familiares. Es decir, lo que debimos haber hecho desde el principio de nuestra vida independiente como adultos.
Esa ignorancia constitutiva, esa oscuridad en la que vivimos, que nos impide percibir la verdadera naturaleza de las cosas y nuestra conexión ineludible con los demás, el planeta y el universo, es la raíz de todos nuestros sufrimientos y calamidades y el principal impedimento para lograr la gran misión de la vida, que es ser felices.

Es así como los apegos (al dinero o a los bienes materiales, a los hijos y parejas, al trabajo o al placer) llenan nuestra vida cotidiana y nos vuelven vulnerables al sufrimiento. Por otra parte, la ignorancia de las creencias que nos mueven o nos atan, de los principios que están rigiendo nuestra vida diaria, nos convierten en naves al garete, que se mueven en la dirección en que sopla el viento, sin que tengamos verdadero control sobre la dirección en que nos movemos.
Nos alejamos así del camino principal que es el de la felicidad, la única y verdadera misión para vivir. Todo lo demás (el carro, el apartamento, los bienes, el dinero) son sólo metas a alcanzar, pero no la razón de la vida.
Esta realidad se expresa claramente en nuestros pensamientos, palabras y actos, por medio de los cuales construimos nuestra realidad. Si hacemos uso del autoconocimiento y vemos quiénes somos realmente, entonces podremos dirigir nuestros actos hacia la creación de valor.
Crear valor significa que todos nuestros pensamientos, palabras y actos tienen las siguientes características: Producen beneficios (bienestar, salud, paz) para ti.
Producen beneficios para los que te rodean.
Te mantienen conectado con tu esencia y con el mundo.
Ese es el camino de la felicidad.
Este es un reto que vale la pena, pues nos coloca en movimiento frente a nuestra vida y el mundo, y saca lo mejor que tenemos, al tiempo que limita la capacidad de maldad que cada uno carga como parte de su bagaje personal.


Fotografías: LB, Torre de David (Caracas, 02/13).

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