La llama húmeda
Luis Barragán
(1999)
A cuatro décadas del derrocamiento de la dictadura, surgen diferentes conjeturas de carácter histórico. Sobre la intención y pretensión de los actores enfrentados a una realidad inédita, se tejen múltiples hipótesis. Se dice que Pérez Jiménez pudo quedarse y sus escrúpulos impidieron el derramamiento de sangre. Sin embargo, en el supuesto de haber fracaso el alzamiento o que no se hubiera dado en su oportunidad, el plebiscito era un absceso incontenible y la pugna entre las corrientes interiores de la Institución Armada se intensificaba aceleradamente. No otro era el reclamo lógico de las circunstancias que marcaron el derrumbe cierto del régimen, descompuesto internamente.
Si Rómulo Fernández pudo o no capitalizar el acuerdo básico de la alta oficialidad y sus correlatos del mundo civil, nos lleva a un sano ejercicio de política-ficción. Incluso, un personaje catalogado por J. Rojas Contreras (El Nacional, 23/09/67), como el jefe militar del movimiento que desembocó en la gesta del 23 de Enero, hubiese sido la piedra angular de la renovación dictatorial: Jesús María Castro León.
Esguinces históricos
Castro León sintetizaba, como muchos otros, los esguinces psicológicos del tránsito iniciado el 19 de Octubre de 1945. Protagonizó la intentona del 23 de Julio de 1958, asediado por la idea de una conjura malévola contra la patria. Eduardo Schaposnik, en su "Democratización de las fuerzas armadas venezolanas", cita un folleto del también apodado "Cabito" intitulado "La verdad para mi pueblo y ejército", mediante el cual manifiesta la inexplicable confianza de un regreso al país, reincorporado a las filas del ejército bajo el estímulo nada más y nada menos que de Rómulo Betancourt, simplemente porque Wolfgang Larrazábal - contra quien Castro insurgió- había perdido las elecciones. Se ha hablado de una medida disciplinaria de 1948 que atizaba el rencor contra el guatireño (Elite, 28/11/59). Lo cierto es que, al complementar las notas publicadas en otra oportunidad (El Globo, 09/09/92), podemos observar la consistencia del dispositivo simbólico del sistema político a propósito de la segunda intentona, ocurrida al amanecer del 20 de Abril de 1960, impulsada por quien Abdélkader Márquez, su secretario privado (Elite, 19/12/59), incluyó en la generación andina de 1943, con motivo del discurso pronunciado en la Sesión Solemne del Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal el 19/04/72. Generación que supo de Pérez Jiménez y Ramón J. Velásquez o Miguel Moreno y Leonardo Ruíz Pineda, forzado el orador a poner el acento de su cinismo: " ... Lo mismo produce los más empecinados enemigos de las libertades públicas y a los más caracterizados voceros del pensamiento democrático venezolano".
A principios de Abril de 1960, Jesús Farías es llamado al Ministerio de Relaciones Interiores debido a la denuncia del PCV en torno a un plan de asesinato de dirigentes civiles y oficiales del ejército, combinado con el asalto de la UCV, la Casa Sindical y las sedes partidistas, fraguado por esbirros desempleados de la Seguridad Nacional que portaban credenciales falsas de AD y COPEI. Los comunistas ubican el epicentro del plan en la casa de Miguel Moreno en Nueva York, contactado directamente con el dueño de una línea aérea y Romero Villate, quien está en suelo colombiano. San Cristóbal es sobrevolada por aparatos con luces apagadas, supuestamente provenientes de la República Dominicana de Chapita Trujillo (Tribuna Popular, 08/04/60). La prensa andina, informa de la estancia de Castro León en Cucutá, así como la detención de Miguel José Hernández Carabaño, incautada por la DIGEPOL la carta suscrita por el cabecilla de la rebelión instándolo a acompañarlo a prender el fósforo en San Cristóbal (El Centinela, 19/04/60). Además de la invitación postal, le encuentran "Visión y revisión de Bolívar" de Salcedo-Bastardo, "Elementos de política" de Adam Güller y "Política y parlamento" de Numa Quevedo (AD, 23/04/60), piezas para una futura proclama. Atravesar la frontera y amanecer en la capital tachirense es el itinerario de rigor. Los actos de celebración de la Independencia, presumimos, obliga a diferir por un día las operaciones. El capitán Bernabé Serrano llega a Cucutá y trae al líder de la rebelión, escondiéndolo en la casa del coronel Lizarazo (autoascendido a general), hasta que es conducido al casino donde enciende su verbo frente a la oficialidad. El presidente Betancourt telefonea a su colega colombiano, preocupado por la concentración de "perezjimenistas" en la frontera. Pero el 20 de Abril, controlado el Cuartel Bolívar, hay toque de queda en San Cristóbal e intentos muy serios de avanzar y soliviantar a las guarniciones del país.
Huelga general en San Cristóbal. Obreros, campesinos y estudiantes resisten. El comercio y el clero no se animan a incorporarse a la rebelión. Sin dudas, es el ejercicio de una defensa convencida de la democracia que se inicia.
Las carreteras están selladas por la maquinaria pesada. Desde Caracas se toman las providencias del caso para bloquear a la entidad federal. Incluso, Simón Alberto Consalvi y Valmore Acevedo intentarán organizar una guerrilla de campesinos, cortar las comunicaciones, pero el aeropuerto de Santa Bárbara del Zulia, el más cercano al centro de los acontecimientos, está en manos del coronel Contreras, insurgente. El de Santo Domingo está bajo control oficial. En La Fría, el mayor Cárdenas contacta con el mayor Pacheco Vivas. San Antonio cae en manos del gobierno. 8 camionetas sin ruedas obstaculizan el paso hacia El Vigia. Con uniforme militar, el hermano de Castro visita a familiares en Capacho. Muertos. Heridos. Concentración popular en El Silencio, Caracas, el 21 de Abril. Hablan Ramón Quijada (Federación Campesina), José González Navarro (CTV), Héctor Pérez Marcano (estudiantes), Rafael Caldera, Raúl Leoni, Gustavo Machado y – calentando los motores del II Congreso Prodemocracia y Libertad que quedará inaugurado al día siguiente- Galo Plaza y Carlos Lleras Restrepo. Llueven las razones de legitimación del régimen.
Corta ilusión de gobierno
Iluso, Castro León despacha desde el Cuartel Bolívar, yéndose el tiempo en la expedición de salvoconductos, inútiles correspondencias, y un ejemplo bastante elocuente radica en la libertad de movilización del gobernador Ceferino Medina gracias a una autorización firmada a nombre de un ciudadano inexistente. El Liceo Bolívar sabe de la ocupación militar, al igual que un banco. Algunas opiniones coinciden en sus lentas y quizás abigarradas decisiones, inseguro de las capacidades con las que estratégica y tácticamente cuenta. Tiene el respaldo de oficiales de estado mayor, pero no cuida de las medidas más elementales y el plan de operaciones no se muestra con nitidez, amparado en el azar y, por supuesto, provocando acciones desordenadas. A lo mejor pudo llegar a Barquisimeto y la espiral propagandística hubiese hecho lo suyo en el resto de los cuarteles del país.
La situación es insostenible y Castro intenta huir, pero es apresado en "La Cedralita", Distrito Capacho, cuando se detuvo a tomar café en la casa de Antonio María Parada no sin proponerle llevarlo por mil bolívares a Cucutá. Lleva una cantidad considerable de dinero en cheques y en efectivo, pesos colombianos, dólares estadounidenses y canadienses que posteriormente entraron a la Caja de Tesorería General del Gobierno de Táchira (El Centinela, 24/04/60). En Caracas, son detenidos Gonzalo Veloz Mancera, expresidente de Televisa, y Angel Zambrano, presidente de la Federación de Béisbol Amateurs, "ligados a personeros del régimen depuesto el 23 de enero y colaborador de Pérez Jiménez" (El Nacional, 23/04/60). Alirio Ugarte Pelayo, embajador venezolano en México, asevera que los facciosos reclutaron a miembros de la hitleriana División Azul (ibidem).
Sostenes de la democracia
Jean-William Lapierre, en "El análisis de los sistemas políticos", ha versado sobre el sistema cultural, dado por el conjunto de creencias, normas, valores de sostén, difundidos a través de la propaganda y la educación. Un ancho terreno de abstracciones, necesario de abonar mediante actos muy singulares de satisfacción y de apoyo.
Por una parte, el sostén específico está referido al nivel de satisfacciones que derivan de las decisiones públicas. La prensa de la época reseñó el contenido de la libreta de Castro León, en la cual apuntó su negación a la reforma agraria, en favor del desarrollo de las obras públicas (María Elena Páez, Elite: 30/04/60). El Centinela del 23/04/60 y 27/04/60, reseñaba que el grupo de captores de Castro León, además de Antonio María, sería beneficiario del Instituto Agrario Nacional. La edición del 24/04/60, informa que el gobernador Medina inaugura diferentes obras, como el acueducto y la planta eléctrica, en el Distrito Lobatera.
Y, por otra, encontramos el sostén difuso, suerte de depósito de las actitudes de apoyo al régimen. La radio jugó un papel estelar. Eran muchas las arengas del general Castro León, aunque no logró el tiempo necesario para un ensayo similar al del general español Queipo de Llano. Cuando los facciosos se rinden, alrededor de las tres de la mañana, la emisora "Ecos del Torbe" transmite las señales de parlamentarios, de líderes estudiantiles y del gobernador. Lo más llamativo era la aceptación y respeto del compromiso militante, a diferencia de hoy. Y no tanto porque el órgano divulgativo acciondemocratista haya dicho que de los seis captores, tres eran de AD y tres de COPEI (AD, 23/04/60): hay un saldo de heridos y muertos en La Concordia, entre los cuales figura Víctor Gómez, miembro del Buró Liceísta de AD (Momento, 29/04/60), un joven que seguramente no figura en la memoria adeca.
Incluso, los ánimos están exaltados y hay quienes, con un superapego simbólico, piden la ejecución de los alzados. En un artículo que formará parte de "Los días y la política", Gonzalo Barrios dirá: " Los sucesos del Táchira, demasiado breves para el gusto de algunos, iluminaron como un relámpago ciertas trastiendas. No sabemos si la consigna del ‘paredón’ tuvo desde sus orígenes el valor de simple metáfora que ahora se le confiere. Pero algunos grupos aislados – tal vez por su ignorancia- todavía continúan reclamando su aplicación en el más directo sentido de la palabra".
No hay una contabilidad estricta y mecánica de los elementos concretos de apoyo al régimen, sino un margen presto al azar. El partido de gobierno, por ejemplo, no sabía de los niveles de lealtad del coronel Pablo Flores, oficial no confiable ya que fungía como director del Liceo Militar Jáuregui. Bastó que se opusiera a Castro León para "que se me pusiera en camino de asumir los más altos cargos dentro de la Institución Armada", pues, el 25/04/60 es nombrado comandante del Agrupamiento Militar Nr. 1 y alcanza el generalato en 1962, como dijera en "Reminiscencias de un general enjuiciado".
La época tratada y la relación del elemento militar con la construcción del populismo en los términos de Juan Carlos Rey, ya no es motivo de interés. Puede verse, por ejemplo, la bibliografía de los últimos trece años en torno a la Institución Militar Latinoamericana (http:// www. Georgetown. Edu/ LatAmerPolitical/ military/biblio.html). No obstante, es conveniente contextualizar los hechos y proyectarlos en el tiempo, pues arrojan todavía útiles lecciones.
Desplazamiento del enemigo existencial
Ejercicio de precisión, los regímenes de transición conciben y tienden a imponer discursivamente al enemigo existencial para facilitar, impulsar y consolidar el consenso que les permita, simultáneamente, sortear las dificultades solapando los errores. Ayuda una fuerte descarga emocional que puede apelar a la violencia hábilmente personificado el adversario. Ha señalado Juan Carlos Rey, en "Problemas socio-políticos de América Latina" (1980): "Cada oponente ve en el otro la negación del propio ser o de las propias posibilidades vitales y falta un marco normativo común aceptado por ambos que dé significado a sus acciones" o - logrado tal marco - no puede aplicarse enteramente, "incluso en lo relativo a las relaciones entre quienes l (o) aceptan".
La Junta Revolucionaria de Gobierno, conformada a raíz del golpe del 18 de Octubre de 1945, dispuso de un conjunto de instrumentos (juicios de responsabilidad civil y administrativa, inmediata represión de los sucesivos intentos de contragolpe, diferimiento del conflicto del partido oficialista, sumada la movilización de las masas y el radicalismo verbal), provocando un efecto moral decisivo en el cuadro de reubicación de los distintos factores de poder. Acentuadas las vulnerabilidades del anterior régimen, el nuevo consiguió un importante margen de libertad al esgrimir su vocación democrática, nacionalista y de honradez en el manejo del erario público, con tal impacto psicológico que aseguró la iniciativa frente a quienes creyeron el cuartelazo tradicional automático.
Paradójicamente, la creciente fortaleza del gobierno se tradujo en una asombrosa debilidad. En las elecciones del 27 de Octubre de 1946 para la Asamblea Constituyente, Acción Democrática alcanzó el 78,43% de los votos. Había reforzado su prestigio con la creación de la Universidad del Zulia, aumentado el ingreso petrolero e, incluso, corregidas las fallas de los aludidos juicios a través de la Ley de Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios y Empleados Públicos, cediendo después Rómulo Gallegos (75% de los votos), frente a la Iglesia Católica, al dejar sin efecto el celebérrimo Decreto Nr. 321 de 1946. Sin embargo, adquieren resonancia las denuncias en torno a las torturas físicas que los organismos de seguridad presuntamente prodigan en "El Trocadero" y el llamado "Inciso Alfaro" de 1947 que permite la detención preventiva de los sospechosos de conspirar.
Realizada la Constituyente, el gobierno ya no monopoliza el ideario revolucionario, perdiendo la flexibilidad necesaria con la abstracción progresiva del "adversario de todos", además que las Fuerzas Armadas ya están integradas, afianzado el discurso de su "neutralidad", como partes del poder. Expresó Luis Ricardo Dávila que la "la acción de la política octubrista consistió en colocar a las fuerzas enemigas como la encarnación sin fin de los antivalores de la Revolución de Octubre" ("Imaginario político venezolano", 1992). Esta vez, la oposición se apropia de los postulados oficialistas y -en sus maniobras de laxitud, intensificando la propaganda - asegura los medios morales, desligada ya de los altos personeros del antigüo régimen procesados por corrupción: va al centro de gravedad del gobierno, a su gestión de todos los días, y, al juzgarlo de traidor de los ideales de 1945, alcanzando el clausewitziano punto culminante de la victoria, comienza a reescribir unas páginas que para finales de 1949 definitivamente no le pertenecerán.
Incluso, ganada la iniciativa, los opositores teñirán su profesión de fe anticomunista. Germán Borregales, por ejemplo, ferviente partidario del franquismo, argumentará: "Por muy anticomunistas que nosotros seamos, no podemos aceptar, como algo bueno, una conducta arbitraria, así se cometa contra nuestros más encarnizados adversarios ideológicos y políticos. Ese rabioso anticomunismo del gobierno adeco, como de sus sindicatos, responde a una cuestión pura y simplemente convencional. Posiblemente, algunos elementos de ideología conservadora, estarán aplaudiendo estas medidas ... Ese anticomunismo no es el nuestro" ("Rómulo Betancourt, estadista y diplomático", 1948).
André Beaufre advierte: "La estrategia no se juega como el ajedrez, con peones de valor constante y definido. Sus soluciones se asemejan a un guiso en que fuera preciso mezclar ingredientes en constante estado de transformación" ("Introducción a la estrategia", 1965). Y ausentes las reglas de juego, las que posibilitan el desarrollo del conflicto no existencial (o agonal), resultaron antigüos tanto el régimen como la oposición surgidos al calor del 18 de Octubre, creada la nueva oposición de militares y civiles.
Para 1948 está avanzado el proceso de descomposición interna. Si hacemos caso a las observaciones formuladas por FranÇ ois Furet respecto a la experiencia soviética, encontramos que no hay evolución ni revolución, sólo desmoronamiento (Revista "Vuelta", Nr. 203 de 1993). El golpe de Estado del 24 de Noviembre no encontrará resistencia alguna y, por lo demás, será recibido, ingenuamente, como la gesta reivindicadora de los orígenes, no otro que el 18 de Octubre. Será en 1952 cuando tajante y definitivamente se abra el otro juego.
Fuente: http://www.analitica.com/vam/1999.01/nacionales/05.htm
Cfr. http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5007308.asp
Fotografía: J.M. Castro León. Momento, Caracas, nr. 181 del 01/01/60.
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