
Luis Barragán
Contamos con una larga tradición de estupendos ilustradores, tanto por su ingenio como por la técnica del trazo. Mensaje y estilo revelan una mordacidad extraordinaria, aunque - ciertamente - no sabemos la razón del fracaso de las ediciones humorísticas especializadas y periódicas en nuestra más reciente contemporaneidad, pues - décadas añejas - fueron no sólo destacadas y celebradas, sino objeto de la persecución que anhelaba la ausencia de toda polémica política.
Algo curioso, ya que el predominio de la cultura iconográfica permite suponer un mayor éxito de la didáctica política. Vale decir, la que se relaciona con imágenes de nuestra cotidianidad, pues - muy frecuentemente - el libérrimo diseño gráfico en el universo virtual apela a personajes emblemáticos, por ejemplo, Batman y Robin, para ventilar burlas, rabias y otras facetas que la inevitable discusión pública prodiga.
Valga la coletilla, por supuesto que hay ilustradores y motivos que hoy festejamos, pero no adquieren la popularidad y contundencia que presuntamente conceden otros autores (anónimos) y los referentes que forman parte de la industria cultural. Por ello, al volver la vista atrás, entrando en escena aquellas figuras de cuño histórico, se evidencia una pedagogia necesaria de recuperar.

A modo - precisamente - de ilustración, descubrimos la competente perspectiva de Pardo que, economizando trazos, estampa al general con absoluta eficacia, estimulando el interés por una publicación tan particular como "Fantonches". Leoncio Martínez, su director, de quien hemos visto varias contribuciones en El Nuevo Diario del llamado "gomezalato", lo creemos un surfista en medio de las dificultades políticas de un siglo XX que ya se expone distante, presto para el olvido, sorteando la persecución.

Un cuarteto de piezas que tiene las huellas de otras coyunturas, porque Pardo apuntaba a la incertidumbre de una situación propia de toda transición, diferente a Ugo que posiblemente se hace parte de esa suerte de post-lopecismo que celebró al tachirense - nada más y nada menos - como precursor de la democracia venezolana. Eduardo Roble Piquer (Ras), retrata al reivindicado demócrata, luego senador vitalicio (aunque la iniciativa tuvo sus motivos y bemoles exactamente políticos), mientras que Zapata sabiamente ironiza al entonces Presidente Herrera Campíns por aquello de "tranquilos y sin nervios".

Ilustraciones:
Pardo. Fantonches, Caracas, nr. 525 del 08/02/1936.
RAS, para un texto de Luis Cordero Velásquez. Élite, Caracas, nr. 1811 del 11/06/60.
Ugo, para un texto de Ricardo Combellas. El Diario de Caracas, 28/02/82.
Zapata. El Nacional, Caracas, 05/05/83.
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