viernes, 7 de diciembre de 2012

LA OTRA CIUDAD

EL NACIONAL - Sábado 04 de Octubre de 2008 Papel Literario/12
Bohigas, entre la esperanza y la desilusión
Invitado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, la Fundación para la Cultura Urbana y Econoinvest, este lunes 6 de octubre en las Sala de Conferencia del IESA Oriol Bohigas dictará una Charla magistral
William Niño Araque

Oriol Bohigas encarna la síntesis mejor estructurada y claramente comprometida, brillante y contundente, del catalanismo de izquierda. Es un intelectual de postguerra y como buen catalán autonomista, un activista más vinculado con la Francia de De Gaulle que con la España franquista. Pareciera que es el heredero legítimo de todo el pensamiento que fomentó la maravillosa égida de André Malraux: esa que comprometió a los intelectuales en una empresa sobrehumana cifrada en la construcción y responsabilidad que exigía la vida moderna. En Bohigas se representan el tradicionalismo y conservadurismo mesiánico atado en una complejidad republicana de ideales modernos y librepensadores.
Diría que Bohigas pertenece a un indicio inesperado, conflictivo, autonomista y paradójicamente, constructivo de una España total.
No obstante, para Bohigas esta visión de la nación se encarna en la realidad que impone la tradición, su interpretación de la sociedad presta atención a la lengua de la arquitectura como una realidad inmutable; a través de las obras se expresaban la voluntad y el alma de la individualidad catalana.
Este aspecto de la arquitectura urbana constituye el centro de su proyecto público, político y espacial que, con el correr de las décadas, se visualizarán más allá del recuperado frente marítimo La Icaria o la Ciudad Olímpica del 92. Sin exagerar afirmaría que este pensamiento afectivo y esencial por lo arquitectónico, lo urbano y lo social, proviene de esa izquierda sensible enraizada en la rive gauche, divina y afrancesada que con la época se trasladó muy responsablemente hasta Barcelona y de allí se irradió hacia otros grandes centros urbanos.
Sólo toma partido por las intervenciones esenciales de la arquitectura como garantía de la reconstrucción del tejido social y urbano.
El desencantado La última publicación de Bohigas, Contra la incontinen cia urbana (2004), nos revela un intelectual decepcionado, al reconsiderar aspectos morales de la arquitectura y la ciudad actual. Su crítica feroz ataca la situación de la ciudad, la profesión y a la arquitectura misma: "una arquitectura que no quiere serlo, una ciudad que no puede serlo, con unos arquitectos que no lo son". Esta desilusión arremete específicamente en contra de lo que se han convertido las ciudades europeas y especialmente las españolas: en el escenario para el consumo de las formas más sorprendentes e inesperadas, provenientes de tanta creatividad protagónica y sin historia. Bajo este contexto de narraciones particulares, donde la ética de la ciudad se olvida o se relega a un segundo plano, la arquitectura se pone al servicio de la exageración mediática, la diversión icónica espectacular, el entorno masivo y competitivo, formando parte de las imágenes deslumbrantes de las revistas y páginas Web, desvinculadas de la experiencia callejera, local e inolvidable que esconde cada trozo de ciudad.
Bohigas arremete en contra de una arquitectura que no expresa la razón de los sistemas constructivos y tiende a valorar o a exagerar los efectos plásticos de la piel edilicia. El carácter creciente de "pieza única" niega el valor de modelo urbano y de diálogo que históricamente ha tenido la arquitectura de la ciudad.
En contra de la ciudad plusmoderna, Bohigas remite a la ciudad histórica y valora tres elementos fundamentales: la confluencia del edificio en el espacio ciudadano: la flexibilidad; y la superposición de actividades en un mismo núcleo. A estas ideas agrega la compacidad espacial y la legalidad del espacio público.
Su visión desenmascara lo sucedido en España o en Italia a través de una gestión permisiva y de especulación; ataca los bloques monofuncionales, arremete contra los "stararchitects", quienes privilegian su actuación personal por encima (o en contra) de los planteamientos colectivos e inclusive, diseñan y construyen en lugares nunca visitados. Bohigas defiende la mezcla y la superposición de funciones diversas y aboga por los distintos tipos de viviendas y usuarios en una misma edificación. Plantea la inminencia de las periferias urbanas, como instrumentos de degradación y segregación, pues resultan de una operación económica claramente especulativa: terrenos baratos que no participan de los grandes servicios colectivos. En contra de la expansión desbocada de las metrópolis, propone la reconstrucción de las ciudades consolidadas "monumentalizar la periferia, retornar al centro". Se trata de compactar, rehabilitar, reintegrar lo construido. "La calle urbana corredor" es el receptáculo de casi todas las funciones ciudadanas. La reducción de la calle y de su complejidad funcional supone anular el primer factor de urbanidad.
La forma de la ciudad es un elemento fundamental para su buen funcionamiento y frente a las insuficiencias del "planeamiento general", propone "el proyecto urbano" como un elemento insustituible en las políticas de ciudad. El "proyecto urbano" no es un proyecto arquitectónico ni un plan urbanístico; rige la forma y el contenido de un fragmento de la ciudad desde el espacio público a la arquitectura.
Finalmente, la desilusión de Bohigas plantea cómo el eje pedagógico de la proyectación se ha desviado del realismo y la investigación hacia el espectáculo, la superficialidad y el episodio.
Desenmascara la soledad del arquitecto contemporáneo, ahora sin la autoridad que auguraba su razón de ser durante la última mitad del siglo XX. La fragmentación de la arquitectura como proyecto académico: los urbanistas, paisajistas, decoradores, interioristas y diseñadores ha empobrecido su radio de acción.
El malestar de Bohigas surge del seno de sus valores modernos. Como mente brillante, su postura no es académica ni teórica, su trayectoria es múltiple, proyectual, crítica y en considerable proporción, ciudadana y política. Como una especie en extinción, su proceso de reflexión proviene del universo intelectual. La idea de abrir un frente marítimo, construir La Icaria y perfilar la Ciudad Olimpica del 92, corresponde a una obra de arte absoluta, digna a figurar junto a las experiencias de Haussman, Cerdá, Chandigard o la Brasilia de Niemeyer, como una de las obras más notables de creación urbana del siglo XX.

Fotografía: Jordi Mota, tomada de http://www.omnium.cat/ca/article/entrevista-a-oriol-bohigas-per-sortir-de-la-crisi-cal-passar-inevitablement-per-la-cultura-4048.html

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