Somos definitivamente ¿satélitales? El Miranda ha sido lanzado. Y, por lo pronto, nos antojamos de tres breves comentarios.
Por
una parte, que es demasiado evidente que el motivo quiso ser parte de
los festejos electorales del gobierno nacional. Sencillamente, no pudo
como no puede seguir inaugurando impúnemente obras en construcción para
el festín. Inversiones completas y a medias, que no logran ocultar
nuestros dramas como - exitosamente - ocurrió en comicios anteriores. El
país es ajeno a las aventuras espaciales del Comandante-Presidente.
Por
otra, ajeno porque no sintió ventaja alguna para el primer perol en el
"aire". No hay una política para el espacio ultraterrestre, excepto que
se trate de Telesur. Y podrá ser muy sofisticado y caro el artefacto,
pero se ha convertido en un perol en manos del gobierno que lo
monopoliza. Darán muchas explicaciones sobre el Miranda, como no lo
hicieron el Bolívar, mas nadie lo siente sino el satélite Chávez Frías. Y
de sus amigos del extranjero, en ese esfuerzo inconsulto de lograr la
paz planetaria, mientras acá matan a un pocote de gente en las calles.
Buehhh, tampoco quiere debatir esa parte del programa de gobierno.
Por
último, cuán difícil es discutir el satélite. A nadie le consta, ni les
fácil lograrlo, la utilidad real e inmediata porque - se supuso - un
satélite social, como todo lo que se presume hace el gobierno. Para
eso, en ese cuadro de presunciones, está el parlamento y la comisión
especializada que ha de contar con los asesores del caso. Empero, lo que
se limitó la Asamblea Nacional fue - en su última sesión - a aprobar un
acuerdo de salutación al Miranda que, por cierto, demuestra una manida
propensión y pobreza de denominaciones, nomenclaturas, nombres y afines
del Distrito Capital y estado Miranda. No hay rendición de cuentas en el
marco de una democracia participativa formal.
LB
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