domingo, 24 de junio de 2012

DESAFÍO A LAS AUTORIDADES

NOTITARDE, Valencia, 24 de Junio de 2012
"Juan es su nombre" (Lc. 1,57-66.80)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista, el precursor del Señor, del Mesías esperado.
Juan significa en hebreo: "Yahvé se ha compadecido, Yahvé salva". Es el nombre que el ángel Gabriel de parte de Dios le mandó a colocar al Bautista.
Juan Bautista, hijo de Zacarías e Isabel fue el último de los profetas, el que le tocó ser el puente entre el Antiguo y Nuevo Testamento y fue el profeta que le tocó anunciar la llegada del Salvador de la humanidad, del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1,29). Su concepción y nacimiento como nos lo presenta el evangelio de hoy es milagroso, por intervención divina, porque Dios le encargará la misión de anunciar al Mesías y señalarlo presente en medio de los hombres. Se le llama el Bautista porque predicó y practicó un bautismo de penitencia y sobre todo porque bautizó al mismo Jesús, de quien el mismo dijo que no era digno de desatarle las correas de sus sandalias y que él bautizaba con agua, pero Jesús bautizaría con el Espíritu Santo (Mc. 1, 9-11; Lc.3,15-16).
Aunque es muy poco lo que los evangelios nos dicen de Juan el Bautista, es un hombre de personalidad recia y un testigo de excepción. Lo presentan como un profeta auténtico (como uno de los grandes del Antiguo Testamento: Isaías, Jeremías o Samuel), llamado desde el seno materno a servir a Dios como predicador de su mensaje, como anunciador de la llegada del Redentor de la humanidad. Su testimonio es de una vida sencilla, austera, de un talante penitencial, radical, apegado a la verdad, sincero y dispuesto a dar la vida por lo que cree y predica. Son estos rasgos lo que hacen creíble su mensaje y que la gente lo siga y escuche con atención y lo tengan como verdadero profeta. Es un hombre sincero y humilde que se sabe testigo de la Luz que es Cristo Jesús. (Jn. 1,7). Juan sabe reconocer que no es el Mesías cuando se lo preguntan y por amor a la verdad y los valores que predica denuncia a Herodes Antipas su conducta inmoral: tener la mujer de su hermano Filipo (Mc. 6, 17-29). El sólo se reconoce como una voz que grita en el desierto y que prepara el camino del Señor con un bautismo penitencial que dispondrá los corazones para el bautismo que Jesús vendrá a realizar con Espíritu Santo. (Jn. 1, 19-ss).
Juan señaló a Jesús en medio de los hombres y dijo a la gente de su tiempo (especialmente a las autoridades religiosas) que en medio de ellos había uno que no conocían y que él venía a anunciar y presentarlo al mundo. Por eso también, anuncia la conversión, porque ya han llegados los tiempos mesiánicos y los corazones se deben volver a Dios, buscar a Dios en quien está la verdadera felicidad de la vida; buscar y seguir a Cristo, el Ungido de Dios que viene a traernos la salvación, la justicia, la paz y el amor; que viene a darnos vida plena en este mundo y vida eterna.
Los cristianos católicos tenemos en Juan Bautista un modelo, un ejemplo de lo que necesita ser la vida cristiana. El creyente, el bautizado, el que sigue a Cristo está llamado; entre otras cosas, a ser profeta, a anunciar al mundo donde está la salvación, donde se encuentra el camino que conduce a la vida, donde está la fuente del amor y más que anunciarlo con palabras; el cristiano debe al estilo del Bautista, convertirse en testigo; es decir, en alguien que ha experimentado, vivenciado lo que significa estar en Dios y vivir en Dios y como es tan grande y bueno lo que se experimenta, sale a comunicarlo a los demás, a señalar que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.
En un mundo sumergido en vicios, en pecados, en donde muchas personas viven como si Dios no existiera, donde reina la violencia y la división como distintivo de la sociedad; se necesitan cristianos al estilo de Juan el Bautista que prediquen con valentía y coherencia de vida que Dios está en medio de nosotros y que junto a Él podemos construir el Reino del amor, de la fraternidad, de la justicia y la paz; que quien tiene a Dios en su corazón vence al mal y siempre estará en el camino de la vida y la plenitud.
Recordemos también, que la sociedad comenzará a cambiar, en la medida en que cada uno viva su propia conversión, que deje la vida de pecado y vuelva sus pasos al bien y la verdad de vida; como lo supo vivir Juan el Bautista.
IDA Y RETORNO: Hoy 24 de junio, fiesta nacional importante para los carabobeños y venezolanos, imploremos a Dios la paz, la justicia, la unidad, el progreso y el amor para todos los que habitamos en este hermoso país. Que nos acerquemos a la fuente de la Misericordia Divina para que Jesús nos bendiga y ayude a superar tantos males que nos afectan y que podamos vivir en la Venezuela que todos soñamos; libre de las drogas, de la violencia, de la inseguridad, del hambre, de la pobreza y de las confrontaciones entre hermanos. Hoy, unidos, imploremos un país que viva la fe en Cristo Jesús, a quien sea la Gloria y el Honor.

Fotografía: Tomada de la red.

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