sábado, 12 de mayo de 2012

LO DISTINTO

EL NACIONAL, Caracas, 12 de Abril de 1998 CULTURA
Critica de Música
Andrzej Panufnix interpretado en Caracas
Benjamin C. Jenne

Andrzej Panufnik murió en Inglaterra en 1990, nació en Polonia en 1914 y destacó allí como compositor. Sin embargo en los años 40 el régimen comunista pretendió obligarlo a crear obras de carácter propagandístico, a lo que por su ética jamás se sometió. Las represalias lo obligaron a emigrar a Inglaterra, y por 20 años su música fue prohibida en Polonia. Sus primeros años de exilio fueron dificultosos ya que su actividad creativa, en los años 60, nada tenía que ver con las corrientes en boga.

Panufnik fue un creador que buscó su propio camino para la forma, la armonía, la melodía y el ritmo, inspirado en lo que llamaba "el misterio natural de la geometría universal" y cuya expresión popular e ingenua veía en las artesanías polacas de recortes sobre papel.

Poco a poco, su labor comenzó a ser reconocida, destacando sobre todo como sinfonista. Luego vino el contrato exclusivo con la editorial Boosey y Hawkesy y la dirección de la orquesta de Birmingham. Su Sinfonía sacra es premiada en Mónaco y su X sinfonía fue comisionada por la Chicago Symphony Orchestra para la celebración de su centenario.

Varias de sus obras fueron estrenadas por el legendario Leopoldo Stokowski. Y también celebridades como Hortenstein, Ozawa, Previn, Menuhin, Ogdon y Wilkomirska se interesaron en su música. Poco antes de morir concluyó su concierto para violoncello, comisionado por Mstislav Rostropovich. A su muerte Sir Georg Solti afirmó: "Fue uno de los más excelsos protagonistas de la tradición composicional contemporánea europea".

En 1990, tras 36 años de ausencia y en precario estado de salud, el gobierno polaco lo convida al Festival Otoño de Varsovia, invitación que acepta por haber cambiado ya el régimen político. En este festival, considerado uno de los más importantes escenarios de la música contemporánea mundial, Panufnik dirige el concierto inaugural, para el que escoge, entre otras de sus obras, el Concierto para piano y orquesta. Y fue exactamente esta creación la que tuvimos oportunidad de escuchar como estreno en Venezuela gracias a la visión, iniciativa y talentos de los artistas venezolanos Carlos Duarte y Carlos Riazuelo, secundados por los sinfónicos de la Orquesta Municipal de Caracas en el Aula Magna de la UCV.

Para Panufnik cada obra compuesta era una plegaria, donde no dejaba de rendir culto a Dios y su expresión del universo. "Mi temperamento polaco tiene mucho de melancolía, desesperanza y a veces arrebato".

El Concierto para piano (de 1962 y revisado en el 72) es una obra que expresa plenamente su personalidad y, entre nuestros pianistas, hubiese sido imposible encontrar a un intérprete más apropiado que Duarte, ya que quienes conocen su obra, no dejaron de sentir una comunidad espiritual entre ambos estilos.

El primer movimiento, "Entrata", es un caleidoscopio que funge más que todo de preparación para el resto. Sobreviene entonces un extenso Nocturno, donde a los hermosísimos pasajes de la orquesta, el piano de Duarte reverberó con sonidos indescifrables y desmaterializados, que transmitían la desesperanza extraterrena de un alma gemela al autor.

En el tercer movimiento la Municipal mostró todo su potencial oculto tras arrebatadores y complejos pasajes y ritmos (cuasi latinos). Siguió en el piano una suave filigrana como en destellos de estrellas, mientras la orquesta, en un mar de leva negro y paulatino, parece movilizar un objeto cósmico que se acerca inexorable con velocidad y fuerza atroz hasta un último choque final contra nosotros. El público, por un breve instante (que parecía eterno) no sabía cómo reaccionar, hasta que Duarte, con su ademán característico, liberó los aplausos y pareció decir: "Fue nuestro Panufnik para ustedes".

Con estas iniciativas de vincularnos a la contemporaneidad, Carlos Duarte supera su actual pináculo como ejecutante, al anexarse una nueva posición como auténtico promotor artístico.


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