sábado, 5 de mayo de 2012

INSTRUCCIONES PARA RECORRER LA URBE GRASSESIANA

EL NACIONAL - Sábado 05 de Mayo de 2012     Papel Literario/2
El héroe intelectual
"Miro la luz con claros ojos, no dándome al orgullo, y aparto de mi pie toda violencia".
Píndaro, Nemea VII
LUBIO CARDOZO

Topé, entre tantos papeles, con una frase por demás interesante, no recuerdo lamentablemente su autor: "¡Ay de aquellas naciones sin héroes y sin santos, sólo ellos salvan a sus pueblos!". Agregaría a esa memorable expresión primero un paréntesis después de héroes: (guerreros e intelectuales), luego la copulativa: y santas.

Defino héroes intelectuales no a los notables escritores (poetas, narradores, historiadores, en fin) sino a quienes con su obra humanística o científica, con sus textos, con sus investigaciones, con sus estudios, indican a sus países nativos el camino a seguir para su fortalecimiento, su pervivencia en medio de las fatales trampas (o mejor astucias: como el caso de nuestra patria, sorprendida en su buena fe) de las perennes luchas entre las naciones.

O aseguran, mediante titánicas recopilaciones, el haber natural o cultural de esa sociedad en su territorio para fijarlo en la memoria impresa, en la historia de su gente, o levantarlo cual testimonio de la existencia de esta ante la humanidad del futuro, de siempre, a la manera paradigmática del griego Pausanias (siglo II d.C.).

Venezuela tiene, favorablemente, un rico inventario de humanistas en los dos últimos siglos, mas héroes intelectuales: pocos. Andrés Bello representa el primero de los héroes intelectuales de estos países de habla castellana; él trazó la firme ruta intelectual, casi el destino, de estas naciones: con su poesía, con su Gramática, con su filosofía de las leyes les evitó el choque contra tantos escollos en los comienzos del desarrollo colectivo de la vida espiritual y moral. Bolívar y Bello constituyen la arkhé, el origen inamovible (¡no hay otro! ¡Dios nos libre de cualquier fantasiosa estupidez!) de este continente mestizo.

Hubo otros héroes intelectuales en el siglo XIX venezolano, por la brevedad de estas líneas quiero recordar sólo uno: Rafael Fernando Seijas (¿quiénes de los lectores de estas cortas páginas sabían de él?). Mencionaré del siglo XX de los pocos apenas el último, entre los muertos, Pedro Grases.

Pedro Grases recogió, en los años finales de su vida, en veinte volúmenes de no menos de quinientas páginas cada uno en 16-avo, toda su producción intelectual, la mayoría de ella ya había sido impresa en diversas oportunidades en disímiles formas: colaboraciones para publicaciones periódicas, prólogos, folletos, libros (estudios, recopilaciones, investigaciones históricas, bibliografías.). Obra, pues, eximia, inmensa, compleja, un opimo laberinto cuyos múltiples pasadizos conducen a iluminar mediante la pesquisa otros libros, otros documentos, otros impresos siempre importantes, siempre reveladores. Más de la mitad de la producción escritural de Grases se ocupa de la cultura venezolana, valga decir: los ojos de Grases cual dos agudas lupas descubren, organizan, actualizan, interpretan correctamente, facilitan el acceso, uncido a ello la reedición de muchísimos documentos, de antiquísimos impresos, sustentadores de la historia real del país.

Ahora bien ¿cómo cruzar esa selva de escritos contenidos en esos veinte volúmenes? Quien necesite de la información enceldada, depositada en esos grandes libros ¿cómo abordarla? Un mapa para no extraviarse en ese bosque de abundantísimas a la par de sabias noticias bibliográficas lo hizo un conocedor de excepción de dicho escritor: Ildefonso Méndez Salcedo. Se trata de su libro Pedro Grases: claves para el estudio de una obra de investigación histórica (Caracas, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 2009). Méndez Salcedo definió una estrategia de penetración: los grandes caminos temáticos.

Pero antes, como una manera de centrar al lector en el universo grasiano, le entrega la enjundiosa "historiografía dedicada a la obra de Pedro Grases, es decir, el conjunto de publicaciones que se refieren a su labor, especialmente como historiador de los temas venezolanos" (p. 29). Méndez Salcedo selecciona cinco temas nucleares alrededor de los cuales giran aspectos basales de la historia venezolana sustentada en esos disímiles escritos: uno, el "Proceso emancipador de Hispanoamérica"; dos, "Desarrollo de la imprenta en Venezuela"; tres, "Investigación bibliográfica y documental" grasiana; cuatro, "Generaciones, grupos y personalidades"; y cinco, "Historiografía de Venezuela". Cierran esta erudita investigación de Méndez Salcedo, primero las "Conclusiones" de su trabajo y, finalmente, las "Fuentes documentales y bibliográficas", detalladísima información de la bibliografía de Pedro Grases (autor) continuada por la bibliografía sobre Pedro Grases.

Por supuesto, el acucioso estudio de Méndez Salcedo no exime al interesado de cruzar el bosque de pesquisas contenido en los mencionados veinte volúmenes. Mas ya hay, por lo menos, este primer mapa, cuya otra cara singulariza una áskesis: un modelo de laboreo intelectual, el ejemplo de una pulcra investigación humanística.

Fotografía: http://bib.cervantesvirtual.com/boletines/general/59/p0000001.shtml?proced=boletin_general_59

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