domingo, 6 de mayo de 2012

DOS NOTAS DE REFLEXIÓN

CARACAS A DIARIO, 05 de Mayo de 2012
Hacia una espiritualidad liberadora
RAMÓN CASTILLO

No resulta fácil definir la espiritualidad, ya que solemos asociarla con la religión. A estas alturas del siglo XXI sospechamos que tal ecuación no siempre resulta cierta: espiritualidad no siempre es igual a religión. Hay quienes creen que hacer del culto un espectáculo atractivo a todos es tener una comunidad espiritual, otros relacionan la espiritualidad con la solemnidad del rito religioso. Muchos la confunden con espiritualismo, fanatismo o sectarismo. Es muy difícil tener un concepto comúnmente aceptable de espiritualidad, ya que para empezar a entender el concepto hay que superar las dicotomías religiosas a las que estamos acostumbrados: cuerpo y alma, espíritu y materia, lo sagrado y lo profano, lo eclesial y lo popular, etc. Sin embargo, podríamos aceptar que la espiritualidad de una persona es el sentido profundo de su vida, las causas que le dan valor y sentido a su existencia. Es la vida verdadera de cada uno y de cada una. Es decir, una persona es lo que es su espiritualidad. Podemos decir también que un pueblo es lo que es su espiritualidad, porque no se trata sólo de una experiencia particular, individual, intimista sino que tiene innegables consecuencias colectivas y sociales, vale decir, políticas. Algunas de las dimensiones fundamentales que hacen de la espiritualidad una experiencia liberadora es la opción por los pobres. Otros aspectos a mencionar son la lucha por la liberación de la mujer, la identificación con el derecho de los indígenas a mantener y defender sus tierras ancestrales, a conservar su cultura, su espiritualidad en el tiempo y en el espacio; y la reivindicación de nuestra herencia cultural afroamericana. Todas esas dimensiones son esenciales a una auténtica espiritualidad liberadora, como lo son la oración, la solidaridad, el respeto por la creación, y la militancia por el buen vivir.


EL UNIVERSAL, Caracas, 5 de Mayo de 2012
Reparando la brecha
ROSALÍA MOROS DE BORREGALES 

Un día leí sobre un pintor que había sido cuestionado acerca del nombre que le había dado a una de sus obras. Se trataba de una pintura en la que estaba un soldado en plena batalla montado en un poste de electricidad haciendo sus mayores esfuerzos para reparar una línea rota que era de vital importancia. Mientras el crítico de arte preguntaba el por qué del nombre de la pintura, el pintor comenzó a narrar la historia plasmada en el lienzo: Es un soldado, un hombre de los que no abundan, uno que entiende su misión, uno que piensa en todos. Se encuentra tratando de restablecer la línea, creando un puente. Aunque debajo de sus pies el fuego se cruza y los bombardeos lo ensordecen, él solo piensa en que debe reparar lo que está roto, aun cuando sabe que al repararlo también beneficiará al enemigo.

Por momentos, siente que todo su esfuerzo se desvanece y deja de mirar los cables para mirar abajo, sintiéndose totalmente solo e indefenso; pero al mirar los cuerpos de sus compañeros que se elevaban por los aires para luego caer despedazados, se siente más comprometido con la misión que le ha sido encomendada. Después de unas cuantas horas, cuando el cansancio casi lo vence y el miedo lo aterroriza, en un esfuerzo máximo logra reparar la línea, y también regresar a salvo con su tropa. Gracias a la valentía y al compromiso de un hombre la línea ha sido restablecida y con ella todos los beneficios a ambos bandos, a la población entera. El nombre que el pintor le había dado a su obra era "Through", que traducido es "Por medio de", "A través de".

Desde tiempos remotos la humanidad vive enfrentada con sus iguales en una constante batalla. Pareciera que los que deberían ser nuestros mejores aliados se han convertido en nuestros peores enemigos. Mientras más conocimiento adquirimos pareciera que tenemos menos sabiduría para lidiar con las cosas más sencillas e intrínsecas a la vida y a la felicidad del hombre. Mientras más nos enfocamos en el placer, pareciera que más enfermedades hacen nido en nuestros cuerpos. Mientras más armas se fabrican bajo el pretexto de alcanzar la paz, más inocentes mueren y más hombres perversos continúan con vida para subyugar y destruir. Mientras unos entregan todas sus fuerzas por el bien de la humanidad; otros matan, mienten, engañan, roban y comprometan la vida de una nación entera para lograr y mantener todo el poder. ¡Mientras más nos esforzamos pareciera que la línea aún sigue rota!

Pero hay otra historia, mucho más conocida, más popular que mi historia de hoy. Algunos la conocen y la han hecho el fundamento de su existencia. Muchos no la han entendido; otros la han escuchado pero la ignoran en sus vidas; y en la actualidad, un grupo que va en ascenso la cree una falacia. Pero la verdad nunca deja de ser aunque la niegues, aunque no la quieras ver. Esa historia constituye el fundamento de toda la cristiandad; nos reconcilia con nuestro Creador; nos sacia de bien aun en medio del caos; nos da la paz que el mundo nos ofrece pero que es incapaz de proveer; nos llena la vida de luz y del amor más excelso de la Tierra; nos habla de alguien que tendió el puente entre Dios y el hombre.

Es la historia del "por medio de", del "a través de". Es la historia de Cristo. ¡Es la historia de quien vino a reparar la brecha!

"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Juan 14:6.



Ilustración: Sigfredo Chacón

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