miércoles, 4 de abril de 2012

NOTICIA


La Iglesia como noticia
Luis Barragán


Difícil y hasta espeluznante, la Iglesia Católica fue noticia en buena parte de nuestra vida republicana. No siempre hubo el privilegio de los curas avispados y aventajados, aunque la política los privilegió como perseguidos y perseguidores en el sismo continuo e inevitable de los distintos acontecimientos que nos hicieron un lugar en el mundo.

Lejos estamos de pretender una historia de la catolicidad venezolana y sus jerarquías, pero cerca de llamar la atención sobre la paradójica y preeminente posición que hoy ocupa en los estudios de opinión, mientras nos creemos meros espectadores de los valores que enseña y representa. Una catolicidad de ocasión que le permite al poder político manipular esos principios hasta la saciedad, sin molestia alguna de nuestras inconsecuencias.

La noticia esta vez no es la de la institución eclesiástica democrática o golpista, las posturas obedecidas o no de la Conferencia Episcopal, sino de nuestra radical comodidad al sortear sus más duras exigencias para quedarnos en los golpes de pecho que se diluyen en las festividades que puede bien legitimar, alborozados. Vamos a misa por ocasiones, aunque aleguemos nuestro más público fervor con una vehemencia siempre sospechosa; no sabemos de algo más allá que la catequesis distante, pero nos sentimos autorizados a teologizar; fingimos una moralidad para la automática condena del otro y de los otros; desinformados, el Concilio Vaticano II es una curiosidad que poco interesa excepto para una conversación hogareña o una disertación pública de compromiso inevitable.

La pureza es nuestro problema, o – mejor – simularla para atacar a los otros grandes contaminados. Somos una fortaleza blindada por todos costados, aunque sea patria segura de la viga que tenemos en nuestros ojos.

Fe anómica resplandeciente que no encuentra oportunidad de cuestionamiento, evitada por nuestras incursiones. Dios a la medida a pesar de nuestras incredulidades, las que nos llevan a un extremo y acomodaticio sincretismo.

Se dirá de la tribu postmoderna, perdida también en Tokio como aquellos protagonistas de la película de Sofía Coppola. No somos nunca noticia para nosotros mismos, siendo todos Iglesia, excepto cumplamos con esa feria de las vanidades en la que dice convertirse la vida.

Falta una buena dosis de humildad, incluyendo al suscrito. Por ello, quizá prosperan otras creencias, cuya legitimidad podemos discutir o no, ensayadas como grandes proveedoras de amuletos y sortilegios, para nuestra personal satisfacción.

Acaso, porque no hay debate alguno, el nuestro, el que podemos construir sobre la intimidad de sí, sabe y golosamente se pierde en sus extravíos. Algo que se asegure una falta de compromiso, noticia cierta y todavía incomprendida de estos días.

Fotografía de interés histórico: Portada. Elite, Caracas, nr. 1839 del 24/12/60.

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