martes, 7 de febrero de 2012

MANUAL


Un libro que podríamos intentar leer
En "El desencuentro entre Searle y Derridá" se aborda un sugestivo incidente
EMETERIO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
domingo 15 de enero de 2012 12:00 AM

El chamo que es llorón... y la madre que lo pellizca". Uno, que está cada vez más convencido del fracaso radical de la Filosofía... y un libro clave que nos cae en las manos. Un texto que pone en evidencia las tremendas debilidades de dicha disciplina. Las que Nietzsche postuló al mostrar que lo esencial del Ser Humano no es el Deseo de Conocer, sino la Voluntad de Poder; no el Amor (filo) a la Sabiduría (sofía), sino la constitución de Lo Humano a partir de La Nada; el Nihilismo, que nos impide entendernos a nosotros mismos; que nos torna inescrutables. Por mucho que Heidegger hiciera un último y fallido esfuerzo para rescatar el legado de Platón. El libro en cuestión se llama Cómo hacer Filosofía con Palabras, Edit. Fondo de Cultura Económica, y su autor es Jesús Navarro Reyes, joven filósofo español.

Tal como reza el subtitulo -El desencuentro entre Searle y Derridá- el libro aborda un sugestivo incidente; uno que, por sí mismo, por sus detalles anecdóticos, muestra la profundidad de la quiebra de la Filosofía. Searle y Derridá, dos de los principales voceros de las dos vertientes en las que se escindió la Filosofía -después de su quiebra nietzscheana- se enzarzaron, hace 40 años, en una agresiva polémica que puso en evidencia la mencionada quiebra. La Filosofía Analítica, que defendía Searle y la Postmoderna o Continental, que practicaba Derridá, las dos eran casi por igual endebles. Tan endebles, que los dos bandos asumen la polémica a punta de insultos y ofensas. Cito: "Searle, entre los deconstructivistas o continentales no es más que un rancio teórico trasnochado; Derridá, para la mayoría de los filósofos analíticos, es un intelectual deshonesto y embaucador" (Navarro, pág. 19).

Para quienes aún creen en la Filosofía son forzosas las preguntas que el autor se hace: "¿Cómo es posible que se dé ese mutuo desprecio? ¿No debería ser la Filosofía el ámbito del diálogo y del respeto?" (pág. 19). Él, aferrado desesperadamente a la tradición, va a tratar en su libro de encontrar esas respuestas. Porque supone que la polémica entre Searle y Derridá puede abrirle paso, de nuevo, ¡¡a una sola Filosofía!! Nosotros pensamos en cambio, que el abismo es insalvable, ¡¡porque cada uno de ellos tiene razón: su oponente no entiende nada!! Porque los filósofos analíticos, ante la quiebra de la Filosofía, intentaron salvarla trasladando el problema desde la reflexión sobre el Ser a la reflexión sobre el Lenguaje, un absoluto sinsentido. Y porque Derridá y los Postmodernos, se niegan a aceptar lo que ya es obvio: Que la Conciencia, es absolutamente inaccesible o inescrutable para el Pensamiento Racional.

Hay, sin embargo, una pequeña-inmensa diferencia entre los Filósofos Analíticos y los Postmodernos. Aquéllos, tras la quiebra de la Filosofía retornan a la Lógica (2.300 años después que Aristóteles lo intentara por primera vez) para ir descubriendo poco a poco la incapacidad absoluta de entender racionalmente la Conciencia o el Alma Humana; incapacidad esta que Searle y Austin no llegaron a captar del todo. Derridá y los postmodernos, por el contrario, ya sabían por Heidegger y Levinas que no hay ninguna solidez lógica en la Conciencia y que, en consecuencia, tal como pioneramente planteó el segundo de los mencionados, hay que olvidarse de toda Ontología o Filosofía y aferrarse a la Ética y, a través de ella, a la Noción de Dios. En Levinas, Buber y otros está, efectivamente, la única salida o puerta de escape para la Filosofía en su debacle: asumir la Mística, la Religión o la Teología, como únicos asideros.

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