sábado, 2 de julio de 2011

IRAZABALIDAD


EL NACIONAL - Sábado 02 de Julio de 2011 Escenas/1
La prehistórica contemporaneidad habita la obra de Víctor Hugo Irazábal
Una instalación, pinturas elaboradas con la técnica de la abrasión y un video de una experiencia en el Orinoco revelan el poder gráfico del punto y del oximorón
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ

Un amasijo de cabellos mantiene absorto a Víctor Hugo Irazábal. El artista ha llegado temprano a la galería Parenthesis para apropiarse de las paredes y el piso de la sala ­que aún huele a pintura fresca­ a través de las hebras. Interrumpe su labor para aclarar que no son pelos, sino una fibra llamada chiquichique que descubrió hace 22 años, cuando comenzó a investigar la cultura gráfica de las etnias del Amazonas.

La exposición que prepara para mañana gira en torno a lo que el artista define como sus compromisos de vida: el estudio de una región, una cultura ancestral, los petroglifos, el río y el concepto literario del oximorón llevado a la plástica.

El oximorón es un juego entre ideas opuestas, un "calor gélido", por ejemplo. La instalación de chiquichique encarna muy bien el concepto: se trata de una fibra usada por los indígenas para hacer mecates y cepillos, y su principal virtud es su durabilidad. Empero, Irazábal la empleará para la creación de una obra efímera.

El tema de la instalación y de la muestra en sí no es el chiquichique, sino el punto. Un video documenta una experiencia que el artista realizó junto con unas lavanderas en el Amazonas y que consistía en intervenir el río Orinoco con 80 metros de tela de puntos blancos con fondo negro, que luego fue usada por la comunidad para confeccionar ropa, sábanas y otros objetos.

"Para mí fue muy importante redescubrir el punto como signo ancestral. En el punto se origina fundamentalmente todo un lenguaje gráfico y pictórico, así como la escritura. Lavapuntos tiene su origen en una serie de petroglifos que están regados por el país. Las expresiones gráficas sobre la piedra son muy comunes aquí en Venezuela y en el mundo", indica.

En esa zona, ya el artista había intervenido las piedras con puntos de barro en una ocasión, como una forma de dejar una pequeña huella ­el sueño de todo artista o escritor­ en un entorno; con el añadido de que se trata de un lugar que encarna la pureza, lo virginal. "El Amazonas es un espacio que tiene muchas posibilidades creativas. Pero los antropólogos han hecho de ella un mito.

Dicen que es un espacio incontaminado, que no debemos tocar. Pero cuando hablo de intervención no me propongo incidir sobre la naturaleza de una manera agresiva. Trabajo con materiales que consigo en la zona o que puedo llevarme y que no contaminan".

Irazábal ha tenido la oportunidad de comprobar que el Amazonas encarna otro oximorón: la prehistórica actualidad. "El Amazonas forma parte de la contemporaneidad. Es tan contemporáneo un yanomami con su cuerpo lleno de puntos como el último grito de la tecnología. Una vez encontré a unos yanomami y a unos yekuana viendo el Mundial de Fútbol en el Alto Orinoco dentro de una churuata con un televisor pantalla plana alimentado por celdas solares que para aquel momento yo no tenía. Es cuando uno dice: bueno, esto no es lo que yo pensé que era. Pero es lo que es. Ellos también tienen derecho, como participantes del mundo, de ver un partido de fútbol".

El título de la exposición, Abrasiones, proviene de la forma de pintar del artista. Irazábal emplea abrasivos, papeles de lija, esmeril y dremel sobre superficies de MDF. "Las formas se producen de manera fortuita. En mi obra, el proceso tiene un papel fundamental y es mucho más determinante que el resultado", señala.

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