domingo, 1 de mayo de 2011

LOS CAMINOS DE EMAÚS


NOTITARDE, Valencia, 01 de Mayo de 2011
Las apariciones de Jesús Resucitado (Jn.20,19-31)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Este segundo domingo de Pascua está cargado de elementos significativos. Primero, seguimos celebrando con solemnidad la Resurrección del Señor; a Él lo recordamos con especial amor en la imagen de Jesús de La Divina Misericordia, fiesta que fue instituida por Juan Pablo II, reconociendo así las apariciones de Jesús a la religiosa Polaca Sor Faustina y este día, el Papa Benedicto XVI lo ha escogido para beatificar al Papa Juan Pablo II, reconociendo así la santidad de su vida, su entrega total a Dios y a los hermanos, la vivencia de la caridad que es el distintivo del cristiano. Por tanto, hoy es un día grande, de júbilo para la Iglesia Católica, para el Pueblo Santo de Dios.

En este segundo domingo de Pascua se nos presenta para nuestra meditación el texto de San Juan que recoge dos apariciones de Jesús resucitado a sus apóstoles, que estaban encerrados por miedo a los judíos, derrotados, llenos de tristeza, impotentes, sin creer todavía en lo que le habían dicho las mujeres de que Él había resucitado. Destacan en estas apariciones, que suceden en el día domingo, cuatro elementos importantes: La paz, el don del Espíritu Santo, el poder de perdonar los pecados y la fe. Como contraposición aparece el miedo y la increencia que se superan con la presencia de Cristo resucitado en medio de aquellos que Él mismo había elegido para fundar a su Iglesia, que tendrá la misión de propagar su mensaje de Salvación y la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado. Los apóstoles al ver a Jesús que les muestras los signos de sus manos y el costado, se dan cuenta que no están viendo una alucinación colectiva, sino que realmente Cristo ha resucitado, como lo había anunciado. Se dan cuenta que es el mismo con el que compartieron, que fue crucificado, pero ahora está vivo.

Jesús se presenta en medio de los apóstoles, primero el día mismo de la Resurrección con la ausencia de Tomás y ocho días después con la presencia de éste, y los saluda con la paz, les dona la paz, tranquiliza a aquellos hombres atrapados por el miedo que paraliza y no deja ver más allá de lo que acontece. Esa paz que sólo Dios puede dar y que ningún poder humano puede decretar, imponer o comprar. Dios renueva y serena al ser humano desde adentro, desde su interior y así éste puede contemplar a Dios, su propia vida y mirar al mundo y a la realidad con ojos nuevos. Esa paz que Jesús dona con la fuerza del Espíritu Santo que renueva al hombre desde su interior y le hace ver al mundo con ojos de fe. Cristo le había prometido a sus apóstoles la presencia del Espíritu Santo; Él mismo se los dona y junto con él les da el poder de perdonar los pecados. Jesús los capacita para que vayan y anuncien el evangelio a todo el mundo, les otorga el poder del Espíritu Santo para que los acompañe en esta misión y les fortalece en la fe, ya que no sólo Tomás había dudado o caído en la increencia, todos había pasado por lo mismo, todos estaban acobardados y encerrados por miedo a los judíos, pero Tomás es capaz de proclamar de rodillas frente a Jesús aquella expresión profunda de fe: "Señor mío y Dios mío". Reconoce de esta forma no sólo el hecho mismo de la Resurrección que ya es un hecho extraordinario y real, sino la condición Divina de Cristo.

Aquellos apóstoles acobardados, tristes, impotentes, al ver al Señor se transforman, se renuevan y pasan ahora a la alegría, a la paz, a la fe, a la comunicación del evangelio de Cristo del cual ahora ellos son testigos oculares. Salen confiados y guiados con la presencia del Espíritu Santo que los iluminará en su misión.
La invitación para nosotros en este segundo domingo de Pascua es a creer en Jesús y creerle a Jesús, a pesar que no le hemos visto físicamente como le vieron los apóstoles. Es un llamado a dar el "salto de la fe", a ser bienaventurados, dichosos al creer, a pesar de no haber visto, como lo dice El Señor a Tomás. Quien cree en Cristo, quien confía en Él y le sigue nunca quedará defraudado; todo en Dios se puede y se supera, basta que tengamos fe en Él, en su Palabra de vida eterna. La cruz no dejará de estar en nuestro camino cristiano, pero quien cree en Cristo y hace caso a su palabra: "No tengan miedo", vence y supera las adversidades.

IDA Y RETORNO: Hoy la Iglesia Católica está de júbilo, porque un sucesor de San Pedro, es proclamado beato; el Papa Grande, el Papa Peregrino, Juan Pablo II. Hoy, él es un ejemplo para los cristianos y para los hombres de buena voluntad. Él supo ser fiel hasta el final en su vocación como sacerdote, como obispo, como Sucesor de Pedro; pero sobre todo supo responder a Dios hasta el final en esa vocación que es común y principal para todo cristiano: el llamado a la santidad. Si bien como humano cometió errores, sobre todo sus virtudes brillaron y brillarán como modelo para nosotros en nuestro caminar cristiano. ¡Que viva Jesucristo resucitado! ¡Que viva la Iglesia que el quiso fundar en Pedro y los demás apóstoles, nuestra Iglesia Católica! Que viva Juan Pablo II que al inicio de su pontificado dijo: "Abrid de par en par las puertas a Cristo, no tengan miedo".


Ilustración: Dorene Ginzler (http://www.doreneginzlerart.com/Two%20Chevrons.jpg)

No hay comentarios:

Publicar un comentario