domingo, 3 de abril de 2011

LA EXIMIA REVUELTA DE LOS HIJOS DE PAPÁ


EL NACIONAL - Domingo 03 de Abril de 2011 Siete Días/7
Odiar el patrimonio
TULIO HERNÁNDEZ

El chavismo ­el movimiento militarista que desde hace once años gobierna Venezuela­ se ha encargado de inaugurar una nueva era en la definición de las políticas culturales de América Latina, la etapa que, para facilitar las cosas, podríamos denominar: "Primero la ideología, después la preservación del patrimonio".

O dicho de mejor manera, aunque los convenios internacionales de preservación del patrimonio cultural firmados por Venezuela y su Gobierno no establecen excepción alguna asociada a los atributos ideológicos del monumento a proteger, en la práctica, para los activistas rojos y sus autoridades, esa distinción sí existe. Como les ocurre con los golpes de Estado, para los oficialistas existe patrimonio bueno, el que es necesario conservar, y patrimonio malo o de segunda, el que se puede destruir sin que haya castigo alguno.

Es lo que explica que siete años después de que el Monumento a Colón en el Golfo Triste fuera derribado, nunca se haya procesado al grupo de camisas rojas responsable del hecho, entre quienes se encontraban unos cuantos activistas universitarios y algunos hijos de papá ministro y papá embajador.

La estatua, que le fue encargada a finales del siglo XIX al escultor Rafael de la Cova y que sin duda forma parte de los bienes que han sido declarados patrimonio cultural del país, fue objeto de un singular "juicio popular". Los jueces, autodelegados como representantes del pueblo, encontraron culpable a Colón de genocidio y por tanto concluyeron, tal y como lo cuenta Wikipedia, que, para impedir que la estatua continuara siendo "idolatrada" por los venezolanos, era necesario echarla por tierra, pintarla de rojo para que no quedaran dudas del origen de la acción y trasladarla al Teatro Teresa Carreño para ofrecérsela como presente al presidente Hugo Chávez. Aquello ocurrió el 12 de octubre de 2004.

Ahora, en marzo de 2011, el oficialismo universitario ataca de nuevo. Pero esta vez lo hace dentro del propio campus de la UCV y actúa en contra de uno de los símbolos más queridos y representativos de este recinto estudiantil: el reloj de la Plaza del Rectorado. Éste, junto con el Aula Magna, eternamente coronada por Las nubes de Calder, y el mural de Léger, en la Biblioteca Central, siempre cambiante de colores de acuerdo con el paseo diario del sol, resumen de la mejor manera el espíritu de la Ciudad Universitaria, creación del maestro Carlos Raúl Villanueva, singular obra de la modernidad arquitectónica latinoamericana, que, como sabemos, no sólo es Patrimonio Cultural venezolano, sino también Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco.

Sucede que a un grupo político formado por estudiantes oficialistas, el M28, le pareció excelente idea colgar de una de las tres caras del querido reloj una pancarta para celebrar los diez años de una toma que hicieron del rectorado en el año 2001. Para realizar el acto, me imagino que "heroico" en su febril imaginación, se buscaron un equipo de escaladores profesionales que colgó la larga tela nada más y nada menos que cubriendo una de las tres caras de la pieza patrimonial.

El perjuicio fue inmediato. Las agujas del reloj quedaron paralizadas marcando las 6:00. Para el momento en que escribo esta nota las autoridades aún no han hecho la evaluación de los daños. Pero el hecho concreto es que al menos esa cara del reloj, desde donde se colgó la tela, no funciona.

Durante muchos años el reloj estuvo paralizado. En el año 2008, gracias a la puesta en práctica de las recomendaciones y propuestas técnicas de una tesis de grado de la Escuela de Ingeniería, realizada por el entonces bachiller Jorge Ramírez, titulada: "Ingeniería básica de un sistema de control automático remoto para la operación y monitoreo del reloj de la Ciudad Universitaria de Caracas", el reloj volvió a andar.

Ahora, por los caprichos de la impunidad política, podría volver a detenerse. Y el hecho vandálico, lo que en realidad es, puede quedar impune, porque según la ideología dominante entre quienes hoy nos gobiernan, la belleza, el arte, la memoria y la búsqueda de lo sublime ­como se titula el hermoso libro de Silvia Hernández de Lasala: La búsqueda de los sublime. Villanueva y la Ciudad Universitaria de Caracas­ son temas burgueses, oligárquicos y occidentales.

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