sábado, 9 de abril de 2011

EXCRÉTICAMENTE ...


EL NACIONAL, Caracas, 26 de Abril de 1996
El excremento del diablo
JESUS SANOJA HERNANDEZ

* En 1976 y, como es sabido, ``veinte años no son nada'', el delirio provocado por la nacionalización del petróleo se generalizó entre los súbditos sauditas de la Gran Venezuela. En 1996, meses después de la apertura petrolera, el símbolo de aquel viraje (Pdvsa) se tambalea. Ciertos gerentes, ciertos expertos, ciertos teóricos, incluso encapsulados en el mismísimo gobierno de Caldera, proponen la venta de acciones, entre un 15 y 20 por ciento, de la segunda empresa (o holding) del mundo en el área del petróleo.

* En 1960 y, como algunos sabemos, ``treinta y seis años son demasiado'', el entusiasmo ante la fundación de la Opep se extendió, no sólo por Venezuela, sino por los países de Medio Oriente.

Los árabes se unieron a nosotros a través del petróleo y no de la religión. La Meca, en aquella ocasión, fue Bagdad, ``la ciudad de la mil y una noches'' sobre la cual cayeron las mil y unas armas inteligentes durante la guerra del Golfo Pérsico. Ahora, cuando Venezuela se ha convertido en el primer abastecedor petrolero de EE UU, ciertos gerentes, ciertos expertos, ciertos teóricos, incluso inmersos en la estrategia económica gubernamental, insinúan y a veces propician el retiro de nuestro país de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.

* Llegar a la nacionalización de empresas tan poderosas como la Creole y la Shell, no fue nada fácil. Venezuela nunca estuvo tentada por la idea, apenas sugerida por uno que otro dirigente comunista, por ejemplo, Jesús Faría en un discurso en el Congreso de 1948, pero rechazada por Betancourt antes y después de ser jefe del ``gobierno revolucionario de 1945'' y a lo largo de la Presidencia, entre 1950 y 1964. En su campaña electoral y ante gente de Fedecámaras, había rechazado categóricamente toda intención nacionalizadora.

* En cambio celebró el nacimiento de la Opep, organización apta para luchar por los precios altos de una materia prima básica y no renovable. Los países industrializados anotaba en 1963, un trienio después de que cristalizara el proyecto del ``padre de la Opep'', ``están viviendo una época de bonanza económica'' y por eso deben ``pagarnos precios estables y remunerativos''. La Opep había aparecido en escena justo cuando se libraba una ``guerra de precios'' en la que los dos países consumidores jugaban el derrumbe de aquéllos.

* Antes de la nacionalización, Venezuela había centrado el debate sobre el proyecto de Ley de Reversión, atacada duramente por Carmelo Lauría, en entreacto televisivo de la transmisión de la carrera que le debía dar, y no le dio, la triple corona a Cañonero II. El mismo Caldera, en el año final de su primer mandato, declaró en Buenos Aires, que no tenía propósito alguno de nacionalizar el petróleo, pese a que Lorenzo Fernández, quien contaba con la benevolencia del sector del PCV que constituiría Vanguardia Comunista, aseguró que no le temblaría pulso para hacerlo. Promesa, desde luego, incumplida, por haber sido derrotado en la batalla contra ``el gran nacionalizador''.

* ``El yoga de Los Chorros'', a quien, a la hora de su muerte llamé ``segunda conciencia'' y ``maestro de las admoniciones'', había cuestionado poco antes el rumbo tomado por la Opep desde 1974, ``como peón de EE UU'' y de la yunta Arabia Saudita-Irán, países que establecían la pauta en materia de precios y ``todo el mundo los seguía por temor a que si no lo hacían, los saudées y el Sha abrirían las bombas por completo y anegarían el mercado''.

* El auge de la Opep y de la Venezuela petrolera se cerró en 1981, año en que aquí se batió récord en exportaciones e ingresos. Pero en febrero de 1982 vino caída en los precios y, con ella, ``el hueco fiscal'', y la Opep hubo de celebrar reuniones de urgencia. Más grave aún la crisis de 1983, que provocó en nuestro país, unida a la tormenta de la deuda externa, el Viernes Negro. Las naciones industrializadas y consumidoras de petróleo comenzaron a ganar la batalla contra la Opep y la periferia a partir de 1982. ``La década perdida'' (para América Latina) fue la de los 80.

* A lo largo de ese decenio trágico, durante el cual no se hablaba sino de cómo, cuándo y con qué pagar la deuda externa, sin saber que la respuesta era bisilábica (­nunca!), al tiempo que los revolcones de los precios, como en 1986, colocaban al petróleo venezolano por debajo de 10 dólares, empezó a fructificar la semilla del neoliberalismo, cuya primera expresión global la ofrecieron, empaquetada, los jóvenes del Iesa, postgraduados en EE UU e Inglaterra, y algo así como ``todo lo contrario'' de los que se habían forjado en la Facultad de Economía de la UCV, en generaciones etiquetadas ``Carlos Marx'' o ``Fidel Castro''. Los Iesa boys trajeron en el bolsón dos propuestas: privatización (por ahí vamos) y libre competencia (y por ahí dicen que la Opep es un cartel peor que el Cali).

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