martes, 12 de abril de 2011

DE LA PRISIÓN


EL NACIONAL - Lunes 11 de Abril de 2011 Escenas/2

Los plazos cortos de Gustavo Portella

A Cristina Burgio

PALABRAS SOBRE PALABRAS

LETRAS

FRANCISCO JAVIER PÉREZ


El prisionero rumia su desgracia porque sabe de su cercana liberación. No está seguro si saldrá de la tortura. Sabe que es un hombre y que su espacio es la prisión. La habita y ya eso es mucho. No busca. No pretende. No pertenece. Su plazo es corto. Su mañana no existe. Dirá sólo palabras para convocar la liberación y para llamar a la perpetuidad. Hace una semana falleció el poeta Jorge Gustavo Portella. Tenía 37 años. Esos pocos le bastaron para cerrar un círculo perfecto. Sus datas fueron escatimadas. Hoy nos llenan de asombro cuando las volvemos a recorrer. Más allá de las cosas que hiciera, escribía. Se supiera o no, escribía. Se comentara o no, escribía. Existía, escribía. Lo hacía para escapar de sus prisiones. Sabía cuáles eran sus enemigos y los despreciaba sin clemencia. Sabía, como si hubiera vivido la larga vida que merecía, que sus detractores ejercían por pequeños y mediocres. La universidad, su ámbito, le enseñó tanto de unos y de otros que rompió relaciones con la madre sin alma, cuando ella fue deglutida por vástagos abominables. El prisionero oculta su libertad. Conquista cinco galardones literarios. Publica siete libros de poemas y dos novelas. Edita dos antologías de poetas contemporáneos (30/50, junto a Miguel Marcotrigiano, y Los prodigios de la cera, del español José María Álvarez). Escribe sobre libros en El Ucabista, su resguardo de arte y amistad, amparado por María Fernanda Mujica. Reserva para un tiempo que él no verá varios libros cuya lectura causará asombro. Mueve a la crítica (Héctor Mujica, Magaly Salazar, Rafael Arráiz Lucca, Marcotrigiano, Francisco Javier Pérez y María Antonieta Flores, entre otros, lo celebrarán). La tribu lo acepta. No tuvo tiempo para cautivar a muchos lectores. Hoy lo lamentan. Hoy se está llorando su partida inexplicable: el más raro de sus cortos plazos. Cumple la travesía en una década escasa. La estela de su bibliografía consigna unos títulos sometidos a prodigios verbales, desgastes inclementes y abismos aterradores. Aunque, en 1999, lo habían anunciado los versos de Sin intención de oficio (La Espada Rota), despega con Cruel, en 2002. Seguirá El libro de los falsos navíos fatigados (que reunirá junto al anterior en Resquicios, a cargo de la factoría UCAB). El nutricio 2002 (año de versos y balas), lo será para el premiado Ciudad sur: "Esta necesidad de ser refugio/ escondite mesura". 2005: Sin hábitos de pertenencia (Eclepsidra). 2006: En tercera persona (El Pez Soluble). 2007: Compendio de historia natural (en la prestigiosa Renacimiento, de Sevilla, y antes por el Ateneo de Calabozo). Alfadil premia y edita su novela La diosa es un pretexto, en 2005. La también premiada No repitas mi nombre, la edita Rayuela, en 2006. En Miami, Ediciones Baquiana dará a luz su antología A corto plazo, una selección de sus repertorios creativos, fechada en 2007. Hará viajar a su poesía y la encantará de festivales, cargado ya con la premonición fatal: "Corre/ que la muerte y la culpa nos persiguen". Condescenderá con la ternura: "Permítele morir/ lento/ como el sabor de un beso/ al final de los labios". Apremiado, el prisionero realiza su finitud y traza su trayecto en el infinito. Trágico, su plazo más largo.

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