sábado, 9 de abril de 2011

CIVILIDAD (ES)


EL NACIONAL - Sábado 09 de Abril de 2011 Cultura/4
ENTREVISTA
El trienio adeco analiza la evolución del concepto de ciudadanía
Rafael Arráiz Lucca: "La civilidad es una tarea pendiente entre nosotros"
El ensayo, editado por Alfa, estudia los legados del gobierno de Rómulo Gallegos, que ocupó la Presidencia entre 1945 y 1948
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

La obsesión que caracteriza la cultura continental de Rafael Arráiz Lucca es la civilidad. Y ahora que la celebración del bicentenario arranca grandilocuencias a las plumas de historiadores y la verborrea de los políticos sobre las gestas militares de los héroes emancipadores, él reivindica la figura del abogado Juan Germán Roscio, quien junto con Francisco Isnardi redactó, hace 200 años, la primera Constitución del país. Pero su aporte no se detiene allí, y avanza hasta épocas más recientes, como lo demuestra su ensayo más reciente, El trienio adeco (19451948) y las conquistas de la ciudadanía (Alfa, 2011).

Con el objeto de analizar la evolución de la definición de ciudadanía, el ahora profesor de la Universidad del Rosario en Bogotá analiza el primer ejercicio democrático en el país, cuando Rómulo Gallegos, en representación del partido Acción Democrática, fue elegido Presidente de la República en 1945, gestión que terminó apenas en tres años, por un golpe militar. Durante ese período, sin embargo, se pudo redactar la Constitución de 1947, la primera en la historia que resultó de un debate intenso entre los sectores del país. Tan interesado está Arráiz Lucca en la relación entre la ley y la sociabilidad que a finales de año publicará Las Constituciones de Venezuela: 1811 a 1999.

­¿Cuál fue el gran logro de la Constitución de 1947? ­Incorporar a la mujer a la vida política, ampliar los derechos sociales y consagrar la democracia representativa, fundada en las instituciones partidistas. Estipuló las elecciones universales, directas y secretas, retomando la Constitución de 1858, cuyo espíritu se había perdido por obra de los autócratas Antonio Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez, que nos retrocedieron casi a la prehistoria en su intento de conservar el poder a perpetuidad.

­¿Estaban aquellas concepciones jurídicas sobre la ciudadanía acordes con las aspiraciones colectivas? ­Sí. Más aún: fue una lástima que AD se opusiera a la elección directa de gobernadores y alcaldes, cuando esa había sido su bandera desde 1936. Es algo incomprensible. Leer el diario de debates de la Constituyente da vértigo: apoyaban la elección de gobernadores y alcaldes Gustavo Machado (PCV) y Rafael Caldera (Copei), y se oponía Domingo Alberto Rangel (AD). Si se hubiera instituido la descentralización desde entonces, el país sería otro.

Tendría casi 70 años de práctica de compartir el poder.

­¿Qué aspectos del proceso cívico que se detuvo con el golpe militar de 1948 aún no han sido capaces de recuperar los venezolanos? ­Betancourt se había empeñado en delimitar claramente la esfera profesional de los militares, pero el dique se desbordó y regresaron por sus fueros en noviembre de 1948, con Gallegos. El militarismo y el petróleo son los cánceres de la República. Han sido instrumentos de dominación y no de liberación, le han entregado todo el poder a unos pocos.

Durante el período del puntofijismo los militares volvieron a sus esferas profesionales, pero ahora se salieron de madre, otra vez.

­¿Qué debe rescatar la Venezuela actual de ese período? ­Una enseñanza de oro: no se puede gobernar eficientemente sin pactos de gobernabilidad, sin compartir el poder.

La era de Chávez lo demuestra.

Los adecos de aquella época cometieron ese error y lo pagaron caro. Además, debemos aprender que el militarismo es la variable principal y una tradición en el país. Los guerreros de la Independencia pasaron todo el siglo XIX cobrando sus servicios. La civilidad es una tarea pendiente entre nosotros.

­¿Qué relación tiene la civilidad fracturada con el desarrollo de la ciudadanía? ­La base de la ciudadanía está en la formación de una comunidad política con el otro, con quien piensa distinto. Para lograrlo se requiere un espíritu democrático que las sociedades premodernas, tribales y militaristas no tienen. La dificultad es que se busca convivir con bases modernas en una sociedad de rasgos autoritarios primitivos, que no salen de la dialéctica confrontacionista del marxismo caduco de respuestas maniqueas.

­¿Se necesita un cambio constitucional para fortalecer la ciudadanía en ­No, al abrazar un proyecto democrático verdadero, que suponga la formación de una comunidad política con los adversarios y la alternabilidad en el poder, el concepto de ciudadanía comenzará a respirar y a crecer. El reto de las sociedades modernas es la convivencia en paz de quienes piensan distinto. Lo otro es la guerra, de alta o baja intensidad. Es decir, lo otro es la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la pérdida de las libertades políticas y económicas.


Nota LB:

Tarea pendiente la de leerr al divulgador: ¿habrá rebatido, por ejeplo, lo dicho por Oscar Battaglini o Rodolfo José Cárdenas sobre el Trienio, como se espera de un esfuerzo de perfeccionamiento del conocimiento y del debate?...

1 comentario:

  1. Basta dejar fe, pues las erratas del comentario saltan a la vista. O, siguiendo a Igor Barreto, a la córnea que está en el tímpano.

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