sábado, 5 de marzo de 2011

BROTE DE COLORES ALLENDE EL DIVÁN


EL NACIONAL - Sábado 05 de Marzo de 2011 Papel Literario/4
El insconsciente toma el pincel
Jorge Pizzani, una pasión brutal
ENTREVISTA
MARÍA ÁNGELES OCTAVIO

Cuando Pizzani toma la palabra, la toma en serio. Cuenta y narra sus hazañas frente al lienzo con un ímpetu que nos hace imaginar su relación con éste. Lo vemos enfrentarse al blanco, desafiándolo. Retándolo a que permanezca sin color, sin trazos. Lo imaginamos mostrándole el pincel, mientras deja que la conmoción llegue al cuerpo.

"El instinto se presenta en forma de movimientos y gestos que van conduciendo la brocha, los dedos o cualquier objeto con que pinte. Me lleva a producir una imagen que nunca sé cuál será al final". Moja su instrumento e inicia su historia, parece que busca pelea. Una fuerza interna mueve su mano. Algo que cree no poder dominar lo hace dar pinceladas sobre el plano. A medida que avanza se da cuenta que todo es voluntario que quien se manifiesta sobre el lienzo es su memoria y quien lleva el control es su inconsciente.

"El rostro es el soporte de mi obra porque siento que a través de la mirada puedo expresar lo que viene de adentro del cuadro. En los ojos está el alma y la verdad de las personas".

Con los primeros trazos Pizzani dibuja el cuerpo, la cara, siempre todo en un plano muy aéreo, no posa los sujetos sobre pisos o muebles, estos flotan en atmósferas. Sus entes flamean la superficie del canvas. Casi al final, en los últimos toques aparecen los ojos. El espejo del alma.

Con los trazos definitorios, los párpados se abren, a veces no para nuestra vista, sin embargo, en su marca de ojo, cobra vida quien es pintado.

Su proceso creativo es una catarsis azarosa en la que comulgan el inconsciente y la memoria. "Todo entra por los ojos y así llega al corazón y se alberga en el alma que es donde se produce ese estremecimiento o esa digestión, y este producto en mi trabajo va al inconsciente que acumula lo que han visto mis ojos y lo saca a flote cuando empuño el pincel". Confiesa que cuando llega a un lugar se fija mucho en los ojos de las personas. "También en las pantorrillas, son una de mis obsesiones desde carricito, son algo delicioso, allí poso mis ojos --ríe-por supuesto los senos, esos volúmenes también me cautivan".

Afirma tener la pulsión de la pintura desde que nació.

"Ha sido un llamado ininterrumpido". A pesar de estar siempre imbuido en el arte dice tener una vida y llevarla adelante. Friega los platos, se ocupa de su hijo, de su perro, adora sus matas. Su casa es un espacio lleno de sortilegio. La luz es una prestidigitadora que hace aparecer y desparecer cuerpos y sombras, mientras uno está sentado disfrutando del entorno.

Desde una cama velada con telas blancas, un escritorio antiguo, un armario embutido en una pared, troncos que sostienen techos, bambúes en la cocina, hasta obras de su autoría, hacen que en este hogar se respire lo impensado. Su creatividad marca hasta las lámparas de su casa.

Asegura, y eso se ve, que su entorno le exige mucha atención y por supuesto incluye su cuerpo entre las tareas.

La obra de Jorge Pizzani en la distancia parece una mancha, trazos libres que se van definiendo mientras nos acercamos para presenciar el horror y la fuerza de un trazo poco complaciente. No por el colorido, pues la paleta es grande, pero si en la forma como se maneja el trazo. Al ver un cuadro de Pizzani la persona que venía acercándose sigilosa da unos pasos hacia atrás. Son obras de trazos valientes y briosos que parecen hablar de la psiquis del sujeto. No obstante estas piezas nos conversan del de mundo interno de Pizzani, de sus fantasmas y recuerdos. Afirma que la pintura es la forma más precisa para vaciar su interioridad. Cuando le preguntamos por su forma de crear dice que es como un río, que él se deja llevar por una corriente, por un fluir. Se monta en su inconsciente y navega su memoria. Su gestual mientras habla parece pintar el aire, todo lo que expresa, lo vemos.

"Nunca pinto de una vez. Mis cuadros llevan más puestas en escenas". Hace pentimento sin intención. No se explica por qué pinta encima de cuadros que podrían considerarse listos. La única explicación que encuentra a esto es que el producto final logra una fuerza desgarradora que sólo surge cuando se conoce la historia que esconden las capas de la pintura. Cuenta que sus cuadros han sido muchos cuadros antes de que él acepta que están terminados. Como su arte nace del inconsciente, lucha contra éste para controlar el trabajo final.

A través de la pintura sobre la pintura conquista la tridimensionalidad. Las trasparencias son el producto del trazo sobre el trazo. Sus líneas parecen haber sido infladas con levadura, son gorditas y flotan sobre lo plano. Dan la sensación de no estar ancladas a nada. Vuelan, los objetos dentro de sus cuadros se elevan y dan la impresión de esponjosidad.

Pizzani nació en Acarigua en 1949. Llegó a Caracas a los 20 años e inició estudios de Diseño Gráfico en el Instituto Neumann. Fue alumno de Gego, Manuel Espinoza y Abilio Padrón, entre otros.

Sus profesores en el instituto de diseño, le dieron una estructura logística mucho más sofisticada que la que ha podido aprender en las instituciones que habían en Venezuela para ese entonces, como la Escuela de Artes Plásticas.

Tuvo la suerte de caer en las manos de Hans Neumann.

"Este hombre fue un genio, reunió a lo mejor de lo mejor del mundo del arte. Todos los que llegaron a ese instituto con ideas creativas, las realizaron a cabalidad. Era una forma de reeducar a quienes pasamos por allí.

El rostro es el soporte de mi obra porque siento que a través de la mirada puedo expresar lo que viene de adentro del cuadro. En los ojos está el alma y la verdad de las personas

Nuestras vidas escolares no significaron tanto como la visión de 360 grados que nos brindó la experiencia de esta escuela".

La forma más rigurosa de la pintura es el dibujo, lo dijo Matisse muchas veces. Pizzani entra de manera privilegiada al arte, a través del dibujo.

En 1973 realizó su primera individual de dibujos en el Instituto Neumann.

"Mi viaje a Europa responde a la necesidad de alimentar mi interés por el dibujo. Allá amplío mis destrezas y profundizo en el fenómeno creativo". No es sino hasta que llegó a Paris que comenzó su búsqueda sobre telas crudas.

En ese momento se embarcó en fuertes sesiones corporales en las que hasta usaba sus manos para lograr trazos y texturas. Delimitó el vacío con intensas líneas en tinta para luego aplicarles color. "A lo largo de mi vida he hecho esta actividad siempre. Action painting No sé si denominarlo así o Pintura en acción, ése arte le pertenece a Jackson Pollock. Prefiero llamarlo Pintura en acción". Hubo una etapa en la que su pintura se basó en la gestual, en el paisaje, dejando la figura un poco de lado. Ahora, en su trabajo actual, hay una mezcla de la figuración y los contenidos atmosféricos del paisaje que se ven fusionados.

Se involucró en el arte Póvera que fue una tendencia dada a conocer a finales de los sesenta. Arte-vida era la consigna artística de este movimiento. Utilizaban materiales considerados pobres, fáciles de encontrar como madera, hojas o rocas, placas de plomo o cristal, vegetales, telas, carbón o arcilla, también desechos. Todos materiales aparentemente carentes de valor. Estas obras huyen de la comercialización del objeto artístico, ocupan el espacio y exigen la intromisión del público. Tratan de provocar una reflexión entre el objeto y su forma, a través de la manipulación del material y la observación de sus cualidades específicas. "Mario Merz famoso representante del arte Póvera por sus `iglú’, estructuras hemisféricas realizadas con materiales diversos, fue uno de mis ejemplos a seguir, sobre todo por sus dibujos.

Quise trabajar su técnica y lo hice".

A Merz lo conoció en una conferencia en el Museo George Pompidu. No quiso hacer preguntas durante la sesión, pues no tenía mucho tiempo de haber llegado a París y no hablaba bien el francés. Cuando la charla culminó Pizzani se le acercó y comenzó a hacerle preguntas a Merz. Era un hombre con el cabello largo, su profesión era la Arquitectura y, sin embargo, se dedicó al arte.

Conversaron sobre la verdad y la duda. "Sin muchas palabras al referirse a la verdad me hizo un símbolo de una eclepsidra, me señaló el cielo y el infierno, hablamos de los simbolistas de la edad media, de Lorenzo Pizano. Tocamos la duda, sobre la que afirmó que la vida era dudar y que esa era la única forma de hacer algo autentico, del alma, dudando". De este encuentro dice haber realizado una escultura en la que plasmó su conclusión.

Considera que él como artista es el producto del auge de la pintura de la década de los ochenta y parte de los noventa. En estas manifestaciones hubo movimientos como el de la transvanguardia, que abarcaba el renacimiento de la pintura a nivel global con un teórico muy importante que se llamaba Aquiles Bonito Bolívar. "En ese momento me nutro de todos estos acontecimientos, pero no es sino cuando me vengo a Venezuela que comienzo a realizar la obra que se gestó en Europa".

Cuando Pizzani habla de su obra le pone el mismo énfasis con que la pinta. Cuando la muestra describe sus cuadros así: "Esta obra fue un sueño en el que pasé el umbral de la muerte. Reflexioné con la conciencia y el alma sobre lo físico y empecé a pensar de qué se trataba del paso del umbral a la muerte. Entonces sentí algo bestial, estaba lleno de regocijo y no entendía por qué. Cuando especulé sobre la felicidad que sentía, caí en cuenta de que era el desapego, esa certeza de que no te importa nada terrenal.

Lo material es lo que nos mantiene amarrados a esta vida y a la realidad. Comencé a pintar esos personajes que van hacía el vacío. Era como me veía, yéndome pal coño. Este cuadro tiene veinte cuadros por detrás". Mostrando otro cuadro cuenta que había pintado una cabeza roja, dice que era atroz y sintió que el diablo había poseído su cuadro, entonces lo hundió en trazos que asemejan algo etéreo. Algo como agua, viento furioso.

Habla de un genio de una botella al referirse a otra de sus obras. Comenta que en ese cuadro le apareció un amigo músico que murió.

De pronto se dio cuenta de que lo estaba pintando a él, a su amigo Rolando.

Estas cosas misteriosas le ocurren siempre no sólo en sus cuadros en la vida real pasan cuentos parecidos.

"Mi primer taller en París quedaba en una calle que no existía en el Paris par arrondisment, la guía más completa de las calles de París. Estaba cerca de la rue Saint Antoine en el Pasaje Rauch. Esa calle no estaba en los mapas".

El arte es una forma de manifestar un cúmulo de sentimientos y observaciones. "Siempre depende de aquello que busca el pintor sea agradar, denunciar, perturbar, mostrar su interioridad o la del sujeto para llegarle al corazón de quien ve". El arte responde a una reflexión interna tiene un objetivo que es acercarse a uno mismo, comprenderse mejor. "No busco la originalidad, sino la expresión pura de la pintura. El ser humano siempre está buscando una fórmula que le de una posición novedosa dentro del arte, al asecho de otros medios expresivos o nuevos lenguajes que estén más en boga.

Eso hasta ahora no me ha interesado". Jorge Pizzani muestra la pasión brutal que siente al pintar, su memoria lo hace pintar sin la conciencia".

Fotografía: Manuel Sardá


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