sábado, 8 de enero de 2011

(c) araque tres






EL NACIONAL, Caracas, 17 de Octubre de 1996
Urbe marginal





La ``pauperización'' ha llegado a tal extremo que sólo basta, según refiere el arquitecto William Niño Araque, pasearse por obras importantes como las Torres de El Silencio, el Club Táchira, Plaza Venezuela, Plaza Caracas, el 23 de Enero, La Hoyada o el edificio Galipán en la avenida Francisco de Miranda para darse cuenta de que estamos ante una ``ciudad marginal''; no sólo se les han adosado nuevas estructuras que no corresponden con el diseño original sino que también han sido presa del deterioro.

Octavio Sisco, miembro de la Coordinadora San Pedro, admite que ``el propio Estado es el promotor de este desorden y se puede evidenciar en el Consejo Supremo Electoral convertido en puros ranchos...''.

Si el Gobierno decidiera recuperar las obras pérdidas requeriría millones de bolívares porque en ningún momento se entendió que el cuidado era necesario, ni se establecieron las medidas correctivas y preventivas del caso. Es así como, según un estudio técnico, se requieren 8 millardos de bolívares para la refracción de la estructura física de las Torres de El Silencio, por citar un ejemplo.

El caso de la Universidad Central de Venezuela también es grave, debido a que hacen falta grandes inversiones para mantener las obras de arte existentes y acometer los trabajos que exigen sus instalaciones, ``para lo cual se ha pensado en la ayuda internacional''. La UCV ha sido modificada internamente para adaptarla a los 50 mil estudiantes que recibe y se estima que necesita únicamente para mantenimiento 500 millones de bolívares mensuales.


EL NACIONAL, Caracas, 11/01/96
¨QUE PASA CON LOS INTELECTUALES EN VENEZUELA? (II)
Hoy proseguimos la serie de reacciones a las declaraciones de Ernesto Mayz Vallenilla, ex rector de la Universidad Simón Bolívar, (El Nacional, 7-1-96, D-1) con las opiniones del arquitecto William Niño Araque y de Emilio Mendoza, presidente de la Fundación de Etnomusicología y Folklore.
El país paralelo
WILLIAM NIÑO ARAQUE

Pienso que esta reflexión corresponde a una visión anacrónica obstinadamente orientada a hacer de Venezuela un país presidencialista. Precario en su responsabilidad social, crecido en su compromiso individual, Los Notables reproducen un pensamiento jurásico, recalcitrante y resentido, fundamentado en una poética fatalista y excesivamente personal. A diario asistimos como espectadores a la teatralización de una desgracia en la que se perfila siempre en el presidente la única responsabilidad y culpa. Esta forma fatalista del pensamiento ha generado a su vez una ética de comportamiento cómoda y procaz en su irresponsabilidad, dejándonos a todos al margen.

Sin embargo en el país paralelo (a ese que idealizan Los Notables), a diario se inventa, tiene múltiples comportamientos, agentes y protagonistas a quienes se debería exigir los resultados positivos de las gestiones que acometen el cambio. Más que buscar culpables hay que rastrear con imaginación, energía y eficacia. Pues, en efecto, Venezuela sufre una crisis lamentable de energía intelectual, a la que corresponde inducir esas ideas creativas capaces de fomentar las grandes transformaciones. Esta crisis no se da solamente en la Cultura. Se da en la Industria, en la Educación, en la Banca, en los más opuestos filos de la construcción social. Aniquilar ese pensamiento presidencialista y fatal podría conducirnos hacia una reconstrucción real del país entrañablemente deseado. Un país paralelo, al país de Los Notables. Una construcción independiente a tanta opinión ``equivocada'' (a los ochenta años) pues la crisis nacional no la supera ningún hombre, tampoco una joven generación escudada en la edad; las crisis se superan a partir de un cambio ético del pensamiento, en el que la individualidad da paso al buen deseo social y al maravilloso convencimiento de las responsabilidades asumidas y compartidas.

EL NACIONAL - Viernes 24 de Diciembre de 2010 Opinión/7
¿Qué somos?
Por la obra viva de William Niño Araque
ALICIA FREILICH

Pregunta necesaria para un mínimo balance anual y bicentenario.

Desde que Francisco de Miranda exclama que esto es sólo "bochinche", la literatura venezolana resulta un índice confiable porque en su metáfora global responde y descubre lo más oculto del ser venezolano. El muestrario es muy extenso; van algunas referencias, a capricho.

Somos...Tienda de muñecos, títeres, Julio Garmendia.

Pueblo sufriente en eterna espera, Rómulo Gallegos. Espejo del arlequín provinciano en su desarraigo citadino, Guillermo Meneses, Salvador Garmendia, Oscar Guaramato, Oswaldo Trejo, José Balza.

Terreno funerario de una tácita guerra civil clasista, Miguel Otero Silva. Escenario de la subversión portátil, Adriano González León, Eduardo Liendo, Israel Centeno. Acto cultural cursi en campamento fijo, José Ignacio Cabrujas.

Aldea dictatorial con visos fílmicos de modernidad, Elisa Lerner. País en venta, Isaac Chocrón. Constante tumulto, Argenis Rodríguez. Tóxico bonche continuo, Francisco Massiani. Cantera inagotable de un peligroso desolvido generacional, Ana Teresa Torres, Victoria De Stéfano. Celda abierta criminal y cotidiana, Alberto Barrera Tyzka. Erótico fervor en carpas y misiones secretas, Federico Vegas. Villa tribal del disparate, Aglaya Kinzbruner. Y los nuevos, entre muchos, Rodrigo Blanco Calderón, Eduardo Sánchez Rugeles junto a gente joven que traspasa y complementa la literatura con un enorme bagaje musical sobre el básico Desorden Público, Horacio Blanco. Andrés Barrios con sus Hermanos Naturales. Y la cinta especial Hermano, Marcel Rasquin.

Concepto, imágenes, textos, actuaciones, sonidos, tácitamente se preguntan ¿Será esto un perpetuo desfile castrense, republiqueta boli-bananera, bochinche sin remedio? Dos siglos del quehacer venezolano exigen rigor evaluativo.

¿Qué seremos? Por ahora, responde el corazón jamás dormido de William Niño Araque, aquel anciano prematuro durante la adolescencia. Pude comprobarlo durante los cinco años que tuve el privilegio de tenerlo como alumno en el liceo Carlos Soublette. Ese joven distinto, brillante y solitario, poco a poco se volvió diáfano, puro, es decir poeta del mismo lugar pero ahora con visión de futuro para la inmensa matriz amorosa que fue Caracas en su imaginario más íntimo. Por eso le dolían tanto las heridas que rasgan sin cesar las bases y fachadas de ese útero soñado como posible paraíso urbano. En sus maquetas de verbo, mente y materia fusionó al arquitecto, urbanista, curador, editor, poeta y melómano. El primer parque nacional que abra el país ya liberado de esta dictadura, la próxima plaza que se inaugure en la Caracas abierta, deben llevar su nombre.

Ilustración: Werner Lemke, la hoy avenida Universidad, Palacio de las Academias, Caracas (tomada de Caracas Retrospectiva II / Facebook)

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