miércoles, 29 de septiembre de 2010
¿la única enfermedad?
EL NACIONAL - Miércoles 29 de Septiembre de 2010 Opinión/8
A Tres Manos Miradas múltiples para el diálogo
¿Enfermedad anticomunista?
RAFAEL CASTRO
Amigo Rigoberto, un verdadero placer tenerlo de vuelta en este espacio, aún existe tenue luz desde la casa que vence las sombras, entiendo que desde allí ha librado un esfuerzo creador sólo ignorado por lo más perverso del intelecto, y no sólo del pitiyanquismo. Brindo por su salud y larga vida.
Desde hace algún tiempo motivado por su amplitud había estado tentado a opinar sobre alguno de sus artículos u otro de sus asiduos colaboradores más allá del portento inhibidor de su erudición y verbo indiscutible, por lo pronto lo intento sobre su artículo del domingo 5 de los corrientes, más por la necesidad de expresarme en un momento crítico del país que por la intención de sentirme espadachín del debate con usted.
Creo que el arma de los síndromes mentales asociados a la política no tienen ideología particular, es usado y existen víctimas y victimarios en todos los regímenes sin importar su naturaleza política o ideológica, desde el anticapitalismo, donde no lo ha habido en su expresión revolucionaria, hasta el anticomunismo donde tampoco ha existido desde su esencia teórica (caso Venezuela), pasando por variados matices de "anti" (racismo, cristianismo, yanquismo, evolucionismo, judaísmo y pare de contar).
No deseo opinar acerca de si todas estas formas "anti" son en verdad expresiones síntomas de una enfermedad, pero sí, acerca de su significado en la Venezuela actual, a mi juicio.
En principio, pienso que quienes practican cualquiera de estos "anti", tienen mezclote en su cabeza, bien por ignorancia o porque realidades diversas han hecho que así sea, o al menos es lo que la historia registra en su saldo desde la impunidad de los imperios hasta los más "puros" "paraísos" de la felicidad. Una interrogante me asalta: ¿qué es lo que prevalece en estas personas, la ignorancia, el mezclote, ambas cosas, o tal vez en realidad un interés real y perverso que les hace recurrir a semejantes estereotipos? Yo considero que estos espíritus malignos no parten de leyendas, amigo Rigoberto, a menos que los gulags y el napalm en Vietnam lo sean ciertamente. Todo "anti" tiene en verdad un sustrato psico-cognitivo incrustado junto a lo más recóndito del espíritu, cuando no de su conciencia formada, por ejemplo, en el revanchismo alimentado por odios y frustraciones como usted lo señala, agravado, eso sí, cuando se hace uso fascista del poder del Estado a través de sus múltiples brazos ejecutores.
Obviamente, existe un trasfondo en tales mentalidades, pero, más allá de la discusión sobre marxismo, socialismo o comunismo que finalmente nadie puede palpar su esencia y certezas, dadas, las múltiples interpretaciones, entonces la gente común sólo tiene una referencia simple y llana: la barbarie y desplome de todos los ensayos sobre esa ideología, ¿es acaso esto una leyenda? La exigencia de una interpretación compleja, sabia y pudorosa de sus bondades teóricas ha sido y continúa siendo un asunto de élites (sacrosantos al estilo de los más connotados exégetas).
Emeterio es uno más, con sus particularidades por supuesto, no me importa, pero recurrir al mundanal ruido de la CIA adonde el régimen ha incluido a hombres dignos como Douglas Bravo y Gabriel Puerta, parece un desvarío si se trata de debatir (los sesudos del Partido Socialista Unido de Venezuela no están interesados, patético su congreso) los problemas del país que, de paso, un escenario ideal sería la hegemonía comunicacional del Estado.
Ni Emeterio está enfermo ni el chavismo es comunismo, con casi seguridad diría que prevalece el mezclote perverso y las armas massmediáticas son razonablemente válidas en este amado país con tendencia surrealista donde el ciudadano no es pendejo, si bien lisiado ideológico.
La aspiración reconfortante de que en la prevalencia académica, política, social, económica y cultural se consoliden los fundamentos de un pensar y hacer desde la complejidad, la eco-cognición y la aceptación de la diversidad, resultará muy probablemente desde un escenario muy distinto al mezclote perverso conservador o advenedizo.
Salud, amigo Rigoberto,
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